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El cáncer y su impacto psicológico en los pacientes y sus familias

Publicado

en

Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez Solís

Maestra en Terapia Familiar.

La palabra cáncer encierra todavía hoy una serie de connotaciones que hacen que se viva como la enfermedad más amenazante de todas (por encima de otras también consideradas como graves).

“Tradicionalmente, el cáncer ha sido una enfermedad que inevitablemente conducía a la muerte. Se intentaba ocultar su diagnóstico e, incluso, mencionar la palabra cáncer para muchas personas sigue siendo complicado. Probablemente, ninguna enfermedad haya soportado un estigma negativo tan fuerte a lo largo del tiempo como el cáncer, en los últimos años, la investigación, la detección precoz y los tratamientos han avanzado tanto que se ha producido un notable incremento de la supervivencia”.

Emociones que emergen tras el diagnóstico del cáncer.

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (2020), más de la tercera parte de las personas enfermas de cáncer padecen ansiedad y depresión clínicas.

El cáncer supone un punto de quiebre en la vida de la persona afectada. Se produce un impacto que consta de una serie de fases, que comienzan con la experimentación de un shock inicial, negación e incredulidad, seguidas de confusión, sentimientos de impotencia, desesperanza y miedos y, finalmente, una fase de reajuste al diagnóstico.

Todo ello repercute en cómo se ve y se define el individuo, en su autoconcepto y su identidad personal. Pasa de ser una persona con una vida normal a ser una persona enferma. Esto puede desencadenar diferentes respuestas emocionales provocadas por la falta de control sobre la situación y los acontecimientos:

En función del proceso y fase de la enfermedad, pueden aparecer emociones intensas y desagradables: el miedo, la tristeza o la culpa, pérdida de apetito y alteraciones del sueño, experimentar pensamientos intrusivos sobre el diagnóstico y su impacto en el futuro, dificultades de concentración. Es común que se sientan incrédulos y una gran negación de todo lo relacionado con la enfermedad.

Los tratamientos y sus efectos secundarios provocan, en muchas ocasiones, molestias y limitaciones. Los tratamientos pueden influir en la imagen corporal de la persona, así como en su sexualidad, su fertilidad y su autoestima. Los cambios tras el diagnóstico no siempre son negativos. Los valores personales experimentan variaciones a raíz del cáncer, que hacen que se contemple la vida desde otra perspectiva. Así, algunas personas que han padecido esta enfermedad verbalizan, incluso, que han aprendido mucho sobre sí mismos y han mejorado su calidad de vida.

Manejar las emociones para enfrentarse al cáncer.

El modo en que te enfrentas a la enfermedad influye en tu calidad de vida. En este sentido, expresar nuestras preocupaciones es un proceso fundamental para manejar mejor el torbellino emocional que surge en estos momentos.

Las personas con cáncer y sus familiares pueden tener dificultades para identificar y entender lo que están sintiendo, pero también para comunicárselo a su entorno. En ocasiones, no expresan lo que sienten por miedo a hacer daño a las personas de su entorno o por sentirse culpables de sus propias emociones. Pero a largo plazo, la falta de comunicación cercana e íntima puede producir más sensación de soledad y aislamiento. Y al revés: generar un clima de confianza, apoyo y comprensión suele promover un estado de calma y bienestar que ayuda a la persona a afrontar este proceso.

Apoyo psicológico y acompañamiento.

Es muy importante recurrir a un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psicóloga ya que será de gran ayuda a lo largo de todo el proceso de la enfermedad. La atención psicológica se centra, entre otros aspectos, en reducir el impacto emocional tras el diagnóstico, mejorar la información de los tratamientos, la comunicación y el apoyo familiar y ayudar a resolver los problemas de organización personales.

En la fase de supervivencia también se lleva un entrenamiento para mejorar la autoestima, la imagen corporal y la sexualidad, así como recuperar o instaurar hábitos de ejercicio físico y alimentación, realización de actividades sociales o preparación para la incorporación al mundo laboral. Igualmente, la atención psicológica tiene un papel fundamental en el final de la vida, tanto para el paciente como para los familiares.

 

 

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Beneficios psicológicos de la meditación en tu vida

Publicado

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Por: Psicóloga Violeta Gutiérrez

La meditación es utilizada por las ventajas que aporta para el bienestar. Conoceremos cuáles son los beneficios psicológicos de la meditación, y por qué la psicoterapia se ha inspirado en esta práctica para ayudar a los consultantes.

Los principales beneficios psicológicos de la meditación

Reduce el estrés
Ayuda a mantenerse racional durante las decisiones
Ayuda a mejorar la calidad del sueño
Permite modular el dolor
Favorece la conexión emocional
Puede ayudar a combatir adicciones

¿Cómo empezar a meditar?

Estas son las diferentes maneras en las que la práctica habitual de la meditación repercute positivamente sobre el bienestar psicológico.

1. Reduce el estrés

Este es uno de los motivos importantes por los que varios programas de reducción del estrés usados en psicoterapia se inspiran en la meditación. Y es que meditar implica, hacer que nuestra atención pase de estar centrada en aquellas ideas que nos preocupan o nos obsesionan a estar enfocada hacia el aquí y el ahora, aquello que transcurre en el momento presente. La meditación contribuye a que nuestro foco atencional se libere y deje de estar sujeto a las dinámicas generadoras de ansiedad que sufrimos cuando hay algo que nos mantiene en estado de alerta constante y excesivo.

2. Ayuda a mantenerse racional durante las decisiones

Otra consecuencia de la capacidad de la meditación para llevarnos a estados de calma es que nos facilita la tarea de tomar decisiones sin dejar que la ansiedad y las emociones intensas condicionen nuestro proceso de elegir qué estrategia o acción adoptar. Dicho de otro modo, la meditación ayuda a que tomemos decisiones partiendo de información objetiva y no dándole demasiada importancia a inferencias sobre hipótesis poco realistas perro con facilidad para preocuparnos mucho o seducirnos por sus implicaciones.Esto es muy útil, sobre todo en momentos claves de la vida: elegir un trabajo, elegir una vivienda, decidir qué hacer con una relación personal en crisis, etc.

3. Ayuda a mejorar la calidad del sueño

Meditar también relaja y contribuye a que los síntomas psicológicos y fisiológicos de la ansiedad se reduzcan, por lo que es una muy buena idea dedicarle a esta actividad unos minutos poco antes de irse a dormir. De esta manera, quedan reducidas las posibilidades de sufrir por el insomnio o despertarse frecuentemente durante la noche. La meditación supone una especie de “reseteo” para el sistema nervioso, con lo que es fácil conciliar el sueño dejando atrás la rumiación, las ideas intrusivas, la obsesión por el perfeccionismo, etc.

4. Permite modular el dolor

La manera en la que experimentamos el dolor está mediada por el modo en el que gestionamos nuestro foco atencional. Por eso, la meditación resulta útil en casos de dolor crónico, por ejemplo, ya que sirve para restarle protagonismo al estímulo doloroso, que pierde la capacidad para captar la atención en favor de algún otro estímulo más gratificante.

5. Favorece la conexión emocional

Otro de los beneficios psicológicos de la meditación es que, si bien en el momento de practicarlo no se aplica un gran esfuerzo a reflexionar acerca de las acciones de los demás, sí permite adoptar un distanciamiento emocional que ayuda a ver los hechos de una manera más neutral y libre de presuposiciones y prejuicios. Así, quien medita entra en una mentalidad por la cual se tiende menos a ver dramas allí donde simplemente hay acciones e interacciones entre personas. El hecho de aceptar que nadie es perfecto y que no tenemos por qué obsesionarnos con aspectos como la venganza o la hostilidad contribuye a acercar posturas y a ser capaces de crear situaciones que propicien la empatía, el ponerse en el lugar de otros.

6. Puede ayudar a combatir adicciones

Varios estudios señalan que la meditación puede ser una herramienta muy valiosa a la hora de combatir el craving, esel malestar generado por la abstinencia tras pasar un tiempo sin consumir sustancias adictivas como el alcohol u otras drogas. Es posible que este efecto esté relacionado con la capacidad de la meditación a la hora de inducir hacia estados de relajación y combatir la ansiedad: tras pasar por varias experiencias en las que los síntomas del síndrome de abstinencia se asocian con las sensaciones relajantes y potencialmente placenteras de la meditación, progresivamente se va dejando de temer todo lo que normalmente se vincula al craving.

¿Cómo empezar a meditar?

Hoy en día resulta muy fácil aprender los fundamentos de la meditación y empezar a experimentar sus beneficios psicológicos a corto y medio plazo. Los psicólogos pueden entrenarte en esta práctica tanto en sesiones de psicoterapia como en talleres y cursos realizados para colectivos.

De esta manera, de la mano de expertos en la meditación y las técnicas de relajación asociadas a esta, poco a poco se va adquiriendo soltura y autonomía a la hora de meditar prácticamente en cualquier momento, simplemente buscando un lugar relativamente tranquilo.

Y es que los beneficios de la meditación pueden ser disfrutados tanto en terapia como fuera de ella, una vez se ha recibido el entrenamiento correspondiente. Inténtalo nunca es tarde para comenzar.

 

 

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Cómo hacer las paces y mejorar tus relaciones

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Redactado por Psicóloga Violeta Gutiérrez

Hacer las paces con una persona con la que acabas de discutir nos puede costar tanto como ver a dos boxeadores bajar del ring para ir a dar un paseo cogidos de la mano. La resolución del problema y la vuelta a la normalidad puede ser un proceso complicado en el que el orgullo, el motivo de la disputa, las emociones y los aprendizajes se pueden enredar y dificultar el acercamiento.

El modo en que cada persona experimenta y gestiona las emociones es único recuerda. Hay quienes necesitarán más tiempo para procesar lo ocurrido, asimilar la información y comprender tanto sus pensamientos y sentimientos como los de los demás. Mientras unas personas procesan toda esta información casi de inmediato, para otras su proceso es más lento y necesitan más espacio.

Cómo aprender a discutir para dejar de tener relaciones tóxicas.

Trece cosas que no debes decirle nunca a tu pareja para evitar las discusiones y el desamor. Por tanto, al igual que ocurre con la tristeza y el duelo, cada cual tendrá sus tiempos. Algunas personas pueden necesitar hacer las paces de inmediato, porque quieren recuperar esa sensación de estar bien. Otras, optan por evitar hablar sobre el tema. Necesitan tiempo y espacio para recuperarse del daño y tal vez les cueste más expresarse. Es fácil que más de una vez hayas cerrado en falso una discusión. Que alguien que te ha hecho daño te diga lo siento y piense que con eso queda todo solucionado y todo vuelve a la normalidad. O que hayas decidido darle la razón al otro para evitar que la situación continúe enrarecido. Pero hacer las paces es o debería ser algo más profundo.

Hacer las paces no significa estar de acuerdo, y tampoco darnos la razón aunque algunas veces así sea porque nos damos cuenta de que nos hemos equivocado. Hacer las paces es esforzarnos por comprender los sentimientos del otro y empatizar con los motivos que nos han llevado a discutir. Hacer las paces debería ser sinónimo de comprensión y aprendizaje. Debería ser querer aprender de lo sucedido y seguir adelante, desde una relación fortalecida.

Pedir disculpas puede ser un acto sincero, pero no servirá de mucho si no se hace desde el deseo real de no repetir el mismo comportamiento. Si perdonas un insulto una vez y otra, es fácil que llegue un momento en el que la otra persona recurra al insulto sin pensar que eso va a acarrear un coste. En este sentido, apunta que a algunas personas les puede costar hacer las paces especialmente si en otras ocasiones han experimentado una reconciliación casi inmediata, que lo único que ha hecho ha sido restaurar la situación sin haber aprendido nada de lo sucedido. Si decimos lo siento y esas palabras no están respaldadas con actos, caerán en saco roto y mermarán la confianza de reconciliación.

Si no logras sacarte de la cabeza una discusión, o si el ambiente sigue enrarecido y nadie ha tomado la iniciativa para hacer ese primer acercamiento, es un buen momento para dar el primer paso. Antes de tomar la iniciativa y escoger el momento adecuado, asegúrate de que has reflexionado sobre tu parte. Hacernos responsables de nuestros actos es primordial. Se trata de no aproximarnos al otro descargando en él toda la culpa y la responsabilidad.

Cómo enfrentarte a los conflictos cuando odias la confrontación y no te gusta discutir

La escucha activa es importante, la clave para arreglar cualquier pelea con tu pareja y con tus amigos que siempre funciona. Por qué es un error huir del conflicto: una posición cómoda que puede tener consecuencias negativas para tus relaciones y tu autoestima También es conveniente valorar cómo de importante es para ti la persona con la que has discutido y qué quieres conseguir al hacer las paces. Y, por último, conviene ir dispuesto a ceder en algún punto, en caso de que sea necesario llegar a algún acuerdo.

¿Qué puedo hacer para que sea menos difícil?

Será necesario un diálogo empático y asertivo. Si no somos capaces de ceder la razón y escuchar, no habrá entendimiento posible.

En lugar de pensar por defecto que la persona con la que hemos discutido lo ha hecho con mala intención, podemos empezar por activar la presunción de inocencia, haciendo lo posible por intentar comprender sus motivos.

Es importante tener en cuenta que las personas compartimos las mismas necesidades que nos llevan a querer ser respetados, comprendidos, tenidos en cuenta. Recordar que, igual que nosotros, otras personas también quieren tener la razón puede ayudarnos a comprender que no hay una mala intención de base, sino más bien una necesidad.

Comprender que un momento de enojo muchas veces esconde debilidades, inseguridad y sentimientos de no sentirse capaz nos puede ayudar a comprender desde otro punto de vista. Por ese motivo, haz lo posible por intentar ver más allá de sus gritos, sus gestos y sus palabras. Deja a un lado las formas y conecta con lo que necesita.

Para evitar que el conflicto continue hay que hacer verdaderamente las paces, en lugar de callar, es mucho mejor acordar y programar espacios de prevención para tratar esos temas que nos pueden afectar y gestionarlos desde la calma.

En el momento de hacer las paces, conviene “comunicarnos de manera asertiva, compartiendo nuestras necesidades y escuchar. Estar dispuestos a dejar de ver las diferencias y pasar a ver eso que tenemos en común nos ayuda a ser más flexibles, tolerantes y a cambiar de opinión, cuando sea necesario.

 

 

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¿Qué es la procrastinación? Aquí te digo cómo aprender a abandonar este hábito

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Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez

La procastinacion consiste en una mala gestión del tiempo, en donde se posterga y aplaza constantemente el inicio dealgunas tareas. Si se usa el diccionario de la Real Academia Española (RAE) se puede comprobar que este término se define como: diferir o aplazar. Puede ocurrir en cualquier ámbito de la vida diaria, sin embargo, está muy relacionado con el estrés laboral y, según muchos estudios, es una de las razones del absentismo laboral.

¿Por qué ocurre? ¿Cómo se manifiesta la procrastinacion?

Esta situación ocurre por lo general cuando hay que hacer tareas que no te gustan o que te resultan demasiado complicadas. Al ver que hay cosas pendientes para hacer que no te parecen placenteras, tomas la decisión de hacer otras tareas que si te gustan más. Lo anterior hace que se acumulen muchas tareas complicadas por hacer y que generan mucho estrés. Esto también puede afectar la autoestima de manera indirecta, porque al ver que existentareas pendientes y puedes sentir que no eres capaz o suficiente para realizar las actividades, lo que te hará sentir menos valioso.

Por lo tanto, la manera de manifestarse es esta: hay tareas que, sea por el motivo que sea, no te atraen y buscaras otras más placenteras dejando totalmente de lado las primeras. Aunque cualquier persona puede ser víctima la procrastinación, es más sencillo que se produzca si se cumple con alguno de los siguientes supuestos:

Mucha o poca motivación. Por un lado, si tu trabajo no te gusta o si estás en un proyecto que no es placentero es más probable que ocurra y, por otro lado, si te gusta demasiado empezarás a hacer muchas cosas por esta motivación y, probablemente, no termines ninguna. Por lo tanto, la motivación es buena, pero en su justa medida.
Cuando tienes mucho trabajo o el tiempo está mal organizado. En el caso de que haya mucho trabajo, puede generar estrés y no saber por dónde empezar. Esto hará que aquellas tareas que evalúas como más largas o complicadas pasen a un segundo plano.
Las tareas no son urgentes. Cuando lo que tienes que hacer no tiene una fecha límite lo que ocurre es que las dejas para después, hasta que después es demasiado tarde.
La dificultad de las tareas es elevada y/o tienes miedo a hacerlo mal. Si crees que estas ante algo que es más complicado de lo que puedes asumir o que se escapa a tus conocimientos, también es más probable que intentes aplazarlas.
Mucha creatividad. Las personas creativas, en muchas ocasiones, tienen muchas ideas sobre cómo hacer las cosas. Este conjunto de ideas también puede hacer que empieces tareas que luego no terminaras o que empieces aquellas tareas que creas más sencillas, dejando de lado las más complicadas.
Indecisión. Si eres una persona indecisa, el no saber por dónde empezar también puede hacer que aplaces tus actividades.

10 estrategias para dejar de procrastinar

Hay muchos estudios sobre este fenómeno y también hay muchas estrategias formuladas que son útiles para intentar dejarlo de lado. Algunas de las más útiles son las siguientes:

1. Haz listas de tareas. Es importante que antes de empezar cualquier tarea hagas una lista con aquellas cosas que tienes pendientes y que establezcas para cuándo las necesitas. Esto hará que tengas una visión general sobre todo el trabajo que tengas pendiente.
2. Crea plazos. En el caso de que las tareas que tengas pendientes no tengan un plazo establecido, establécelo tú. Esto te ayudará a tener una fecha límite y te motivará a conseguir tu objetivo.
3. Crea un orden de prioridades. No todas las tareas tienen la misma dificultad o la misma urgencia, por eso, es importante que establezcas un criterio para poder determinar cuáles son más urgentes.
4. Planifica el día a día. En la medida de lo posible, intenta dedicar unos minutos antes de ponerte a trabajar en los que establezcas qué vas a hacer en el día.
5. Recompénsate. En el caso de que tengas que hacer varias tareas que no te atraen, después de completarlas establécete una pequeña recompensa o premio.
6. Intercala tareas. Es importante que vayas intercalando tareas más complicadas con aquellas más atractivas o de menos dificultad. De esta manera, cuando estés con la tarea que menos te gusta sabrás que después viene una más placentera.
7. Haz descansos. Cuando te pongas con las tareas que menos te gustan, establece una serie de descansos para que puedas despejarte y descansar la mente.
8. Entrena el autocontrol. Muchas veces la procrastinación está relacionada con poco autocontrol. Por eso, te recomendamos que intentes fomentarlo mediante técnicas de afrontamiento y de gestión emocional.
9. Mejora tu autoestima. Como hemos comentado, en algunas ocasiones la procrastinación está relacionada con la baja autoestima. Por ello, trabajar la autoestima para aumentarla también puede ser muy beneficioso.
10. Ten el entorno de trabajo ordenado. Tener el escritorio ordenado y limpio también puede motivarnos a hacer las tareas más complicadas. El entorno siempre debe ser facilitador.

Aunque estas son algunas de las estrategias principales, también te dejo otras que te ayudan a dejar de evitar como, por ejemplo: delegar en otros, pedir ayuda, decir que no a las tareas que no te corresponden, empezar y terminar las tareas (no dejar algunas a medias), ser flexible, etc.

 

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