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¿Eres de las personas que sobre piensan las cosas? Aquí te dejo 6 consejos para dejar de hacerlo

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Aunque todo el mundo sobre piensa las cosas de vez en cuando, algunas personas simplemente no pueden silenciar el constante bombardeo de pensamientos. Su dialogo interno incluye dos patrones de pensamientos destructivos: engancharse y preocuparse.

Engancharse involucra estar reviviendo el pasado constantemente:

No debería haber hablado en la junta hoy. Todo el mundo me miró como si fuera un idiota.

Podría haber aguantado en mi viejo trabajo. Sería mucho más feliz si solo me hubiera quedado ahí.

Mis padres siempre dijeron que yo no lograría nada. Y tenían razón.

Preocuparse involucra predicciones negativas, y con frecuencia catastróficas, sobre el futuro:

Voy a avergonzarme mañana en mi presentación. Mis manos estarán temblorosas, me voy a poner muy rojo y todo el mundo verá que soy un incompetente.

Nunca me darán ese puesto. No importa lo que haga. No pasará.

Mi pareja va a encontrar a alguien mejor que yo. Voy a terminar divorciado y solo.

Los peligros de pensar demasiado

Pensar demasiado sobre las cosas no es solamente una molestia; puede tener un impacto considerable en tu bienestar. Las investigaciones han encontrado que estancarte en tus fracasos, errores y problemas incrementa tu riesgo de problemas de salud mental. Y conforme tu salud mental va en declive, tu tendencia a rumiar aumenta, llevando a un círculo vicioso que es difícil de romper.

Algunos estudios también han demostrado que sobre pensar lleva a una severa angustia emocional. Para escapar de esa angustia, muchos sobre pensadores recurren a estrategias de afrontamiento poco saludables, como el alcohol o el exceso de comida.

Si eres un sobre pensador, probablemente ya sabes que no puedes dormir cuando tu mente sencillamente no se apaga. Hay estudios que confirman esto, encontraron que el enganchamiento y la preocupación conducen a menos horas de sueño y a una menor calidad de sueño.

Cómo dejar de pensar tanto.

Dejar de revivir tus errores, dudar de tus decisiones y hacer predicciones catastróficas es más fácil en papel que en la práctica. Pero siendo constante en tus esfuerzos, puedes limitar tus patrones de pensamientos negativos:

  1. Date cuenta cuando estás pensando demasiado

Estar consciente es el primer paso para dejar de pensar en exceso. Empieza a prestar atención a la manera en la que piensas. Cuando te des cuenta de que estás reviviendo eventos en tu mente una y otra vez, o preocupándote por cosas que no puedes controlar, reconoce que esos pensamientos no son productivos.

  1. Desafía tus pensamientos

Es fácil dejarse llevar por los pensamientos negativos. Antes de concluir que tomarte un día libre por enfermedad hará que te despidan o que olvidar una fecha de entrega terminará en que te quedes sin un hogar, reconoce que tus pensamientos podrían estar siendo exageradamente negativos. Aprende a reconocer y reemplazar los errores de pensamiento antes de que te arrojen a un estado frenético.

  1. Mantén tu enfoque en la resolución activa de los problemas

Una fijación con tus problemas no ayudará, pero buscar soluciones sí. Pregúntate qué pasos puedes tomar para aprender de un error o evitar un problema a futuro. En lugar de preguntar por qué pasó algo, pregúntate qué puedes hacer al respecto.

  1. Date tiempo para reflexionar

No dejar de pensar en un problema por largos periodos de tiempo no es productivo, pero una breve reflexión puede ser útil. Por ejemplo, pensar acerca de cómo podrías hacer las cosas de manera distinta o reconocer posibles defectos en un plan puede ayudar a que las cosas salgan mejor en el futuro. Incorpora 20 minutos para pensar en tu rutina diaria. Durante este tiempo, permítete preocuparte o engancharte con lo que quieras. Luego, cuando se acabe el tiempo, ponte a hacer algo más productivo. Cuando te des cuenta de que estás sobre pensando fuera del tiempo estipulado, recuérdate ya no pensar en eso por el resto del día.

  1. Practica la consciencia plena

Es imposible revivir el día de ayer o preocuparte sobre el mañana cuando estás viviendo en el presente. Comprométete a volverte más consciente del aquí y el ahora. Como cualquier otra habilidad, la consciencia plena requiere práctica, pero, con el tiempo, puede reducir el exceso de pensamientos.

  1. Distrae tu mente

Decirte a ti mismo que debes dejar de pensar en algo puede ser contraproducente. Mientras más intentes evitar que el pensamiento entre a tu mente, es más probable que siga apareciendo. Ocuparte con otra actividad es la mejor manera de cambiar el canal. Ejercítate, conversa sobre un tema completamente distinto o ponte a trabajar en un proyecto que distraerá tu mente del bombardeo de pensamientos negativos.

Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez Solís

Maestra en Terapia Familiar.

 

Contacto: Teléfono 6484694143

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Facebook: Psicóloga Violeta Gutiérrez

Instagram: @psicologagutierrez

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Beneficios psicológicos de la meditación en tu vida

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Por: Psicóloga Violeta Gutiérrez

La meditación es utilizada por las ventajas que aporta para el bienestar. Conoceremos cuáles son los beneficios psicológicos de la meditación, y por qué la psicoterapia se ha inspirado en esta práctica para ayudar a los consultantes.

Los principales beneficios psicológicos de la meditación

Reduce el estrés
Ayuda a mantenerse racional durante las decisiones
Ayuda a mejorar la calidad del sueño
Permite modular el dolor
Favorece la conexión emocional
Puede ayudar a combatir adicciones

¿Cómo empezar a meditar?

Estas son las diferentes maneras en las que la práctica habitual de la meditación repercute positivamente sobre el bienestar psicológico.

1. Reduce el estrés

Este es uno de los motivos importantes por los que varios programas de reducción del estrés usados en psicoterapia se inspiran en la meditación. Y es que meditar implica, hacer que nuestra atención pase de estar centrada en aquellas ideas que nos preocupan o nos obsesionan a estar enfocada hacia el aquí y el ahora, aquello que transcurre en el momento presente. La meditación contribuye a que nuestro foco atencional se libere y deje de estar sujeto a las dinámicas generadoras de ansiedad que sufrimos cuando hay algo que nos mantiene en estado de alerta constante y excesivo.

2. Ayuda a mantenerse racional durante las decisiones

Otra consecuencia de la capacidad de la meditación para llevarnos a estados de calma es que nos facilita la tarea de tomar decisiones sin dejar que la ansiedad y las emociones intensas condicionen nuestro proceso de elegir qué estrategia o acción adoptar. Dicho de otro modo, la meditación ayuda a que tomemos decisiones partiendo de información objetiva y no dándole demasiada importancia a inferencias sobre hipótesis poco realistas perro con facilidad para preocuparnos mucho o seducirnos por sus implicaciones.Esto es muy útil, sobre todo en momentos claves de la vida: elegir un trabajo, elegir una vivienda, decidir qué hacer con una relación personal en crisis, etc.

3. Ayuda a mejorar la calidad del sueño

Meditar también relaja y contribuye a que los síntomas psicológicos y fisiológicos de la ansiedad se reduzcan, por lo que es una muy buena idea dedicarle a esta actividad unos minutos poco antes de irse a dormir. De esta manera, quedan reducidas las posibilidades de sufrir por el insomnio o despertarse frecuentemente durante la noche. La meditación supone una especie de “reseteo” para el sistema nervioso, con lo que es fácil conciliar el sueño dejando atrás la rumiación, las ideas intrusivas, la obsesión por el perfeccionismo, etc.

4. Permite modular el dolor

La manera en la que experimentamos el dolor está mediada por el modo en el que gestionamos nuestro foco atencional. Por eso, la meditación resulta útil en casos de dolor crónico, por ejemplo, ya que sirve para restarle protagonismo al estímulo doloroso, que pierde la capacidad para captar la atención en favor de algún otro estímulo más gratificante.

5. Favorece la conexión emocional

Otro de los beneficios psicológicos de la meditación es que, si bien en el momento de practicarlo no se aplica un gran esfuerzo a reflexionar acerca de las acciones de los demás, sí permite adoptar un distanciamiento emocional que ayuda a ver los hechos de una manera más neutral y libre de presuposiciones y prejuicios. Así, quien medita entra en una mentalidad por la cual se tiende menos a ver dramas allí donde simplemente hay acciones e interacciones entre personas. El hecho de aceptar que nadie es perfecto y que no tenemos por qué obsesionarnos con aspectos como la venganza o la hostilidad contribuye a acercar posturas y a ser capaces de crear situaciones que propicien la empatía, el ponerse en el lugar de otros.

6. Puede ayudar a combatir adicciones

Varios estudios señalan que la meditación puede ser una herramienta muy valiosa a la hora de combatir el craving, esel malestar generado por la abstinencia tras pasar un tiempo sin consumir sustancias adictivas como el alcohol u otras drogas. Es posible que este efecto esté relacionado con la capacidad de la meditación a la hora de inducir hacia estados de relajación y combatir la ansiedad: tras pasar por varias experiencias en las que los síntomas del síndrome de abstinencia se asocian con las sensaciones relajantes y potencialmente placenteras de la meditación, progresivamente se va dejando de temer todo lo que normalmente se vincula al craving.

¿Cómo empezar a meditar?

Hoy en día resulta muy fácil aprender los fundamentos de la meditación y empezar a experimentar sus beneficios psicológicos a corto y medio plazo. Los psicólogos pueden entrenarte en esta práctica tanto en sesiones de psicoterapia como en talleres y cursos realizados para colectivos.

De esta manera, de la mano de expertos en la meditación y las técnicas de relajación asociadas a esta, poco a poco se va adquiriendo soltura y autonomía a la hora de meditar prácticamente en cualquier momento, simplemente buscando un lugar relativamente tranquilo.

Y es que los beneficios de la meditación pueden ser disfrutados tanto en terapia como fuera de ella, una vez se ha recibido el entrenamiento correspondiente. Inténtalo nunca es tarde para comenzar.

 

 

Contacto: Facebook: Psicóloga Violeta Gutiérrez

Instagram @psicologagutierrez

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Cómo hacer las paces y mejorar tus relaciones

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Redactado por Psicóloga Violeta Gutiérrez

Hacer las paces con una persona con la que acabas de discutir nos puede costar tanto como ver a dos boxeadores bajar del ring para ir a dar un paseo cogidos de la mano. La resolución del problema y la vuelta a la normalidad puede ser un proceso complicado en el que el orgullo, el motivo de la disputa, las emociones y los aprendizajes se pueden enredar y dificultar el acercamiento.

El modo en que cada persona experimenta y gestiona las emociones es único recuerda. Hay quienes necesitarán más tiempo para procesar lo ocurrido, asimilar la información y comprender tanto sus pensamientos y sentimientos como los de los demás. Mientras unas personas procesan toda esta información casi de inmediato, para otras su proceso es más lento y necesitan más espacio.

Cómo aprender a discutir para dejar de tener relaciones tóxicas.

Trece cosas que no debes decirle nunca a tu pareja para evitar las discusiones y el desamor. Por tanto, al igual que ocurre con la tristeza y el duelo, cada cual tendrá sus tiempos. Algunas personas pueden necesitar hacer las paces de inmediato, porque quieren recuperar esa sensación de estar bien. Otras, optan por evitar hablar sobre el tema. Necesitan tiempo y espacio para recuperarse del daño y tal vez les cueste más expresarse. Es fácil que más de una vez hayas cerrado en falso una discusión. Que alguien que te ha hecho daño te diga lo siento y piense que con eso queda todo solucionado y todo vuelve a la normalidad. O que hayas decidido darle la razón al otro para evitar que la situación continúe enrarecido. Pero hacer las paces es o debería ser algo más profundo.

Hacer las paces no significa estar de acuerdo, y tampoco darnos la razón aunque algunas veces así sea porque nos damos cuenta de que nos hemos equivocado. Hacer las paces es esforzarnos por comprender los sentimientos del otro y empatizar con los motivos que nos han llevado a discutir. Hacer las paces debería ser sinónimo de comprensión y aprendizaje. Debería ser querer aprender de lo sucedido y seguir adelante, desde una relación fortalecida.

Pedir disculpas puede ser un acto sincero, pero no servirá de mucho si no se hace desde el deseo real de no repetir el mismo comportamiento. Si perdonas un insulto una vez y otra, es fácil que llegue un momento en el que la otra persona recurra al insulto sin pensar que eso va a acarrear un coste. En este sentido, apunta que a algunas personas les puede costar hacer las paces especialmente si en otras ocasiones han experimentado una reconciliación casi inmediata, que lo único que ha hecho ha sido restaurar la situación sin haber aprendido nada de lo sucedido. Si decimos lo siento y esas palabras no están respaldadas con actos, caerán en saco roto y mermarán la confianza de reconciliación.

Si no logras sacarte de la cabeza una discusión, o si el ambiente sigue enrarecido y nadie ha tomado la iniciativa para hacer ese primer acercamiento, es un buen momento para dar el primer paso. Antes de tomar la iniciativa y escoger el momento adecuado, asegúrate de que has reflexionado sobre tu parte. Hacernos responsables de nuestros actos es primordial. Se trata de no aproximarnos al otro descargando en él toda la culpa y la responsabilidad.

Cómo enfrentarte a los conflictos cuando odias la confrontación y no te gusta discutir

La escucha activa es importante, la clave para arreglar cualquier pelea con tu pareja y con tus amigos que siempre funciona. Por qué es un error huir del conflicto: una posición cómoda que puede tener consecuencias negativas para tus relaciones y tu autoestima También es conveniente valorar cómo de importante es para ti la persona con la que has discutido y qué quieres conseguir al hacer las paces. Y, por último, conviene ir dispuesto a ceder en algún punto, en caso de que sea necesario llegar a algún acuerdo.

¿Qué puedo hacer para que sea menos difícil?

Será necesario un diálogo empático y asertivo. Si no somos capaces de ceder la razón y escuchar, no habrá entendimiento posible.

En lugar de pensar por defecto que la persona con la que hemos discutido lo ha hecho con mala intención, podemos empezar por activar la presunción de inocencia, haciendo lo posible por intentar comprender sus motivos.

Es importante tener en cuenta que las personas compartimos las mismas necesidades que nos llevan a querer ser respetados, comprendidos, tenidos en cuenta. Recordar que, igual que nosotros, otras personas también quieren tener la razón puede ayudarnos a comprender que no hay una mala intención de base, sino más bien una necesidad.

Comprender que un momento de enojo muchas veces esconde debilidades, inseguridad y sentimientos de no sentirse capaz nos puede ayudar a comprender desde otro punto de vista. Por ese motivo, haz lo posible por intentar ver más allá de sus gritos, sus gestos y sus palabras. Deja a un lado las formas y conecta con lo que necesita.

Para evitar que el conflicto continue hay que hacer verdaderamente las paces, en lugar de callar, es mucho mejor acordar y programar espacios de prevención para tratar esos temas que nos pueden afectar y gestionarlos desde la calma.

En el momento de hacer las paces, conviene “comunicarnos de manera asertiva, compartiendo nuestras necesidades y escuchar. Estar dispuestos a dejar de ver las diferencias y pasar a ver eso que tenemos en común nos ayuda a ser más flexibles, tolerantes y a cambiar de opinión, cuando sea necesario.

 

 

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¿Qué es la procrastinación? Aquí te digo cómo aprender a abandonar este hábito

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Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez

La procastinacion consiste en una mala gestión del tiempo, en donde se posterga y aplaza constantemente el inicio dealgunas tareas. Si se usa el diccionario de la Real Academia Española (RAE) se puede comprobar que este término se define como: diferir o aplazar. Puede ocurrir en cualquier ámbito de la vida diaria, sin embargo, está muy relacionado con el estrés laboral y, según muchos estudios, es una de las razones del absentismo laboral.

¿Por qué ocurre? ¿Cómo se manifiesta la procrastinacion?

Esta situación ocurre por lo general cuando hay que hacer tareas que no te gustan o que te resultan demasiado complicadas. Al ver que hay cosas pendientes para hacer que no te parecen placenteras, tomas la decisión de hacer otras tareas que si te gustan más. Lo anterior hace que se acumulen muchas tareas complicadas por hacer y que generan mucho estrés. Esto también puede afectar la autoestima de manera indirecta, porque al ver que existentareas pendientes y puedes sentir que no eres capaz o suficiente para realizar las actividades, lo que te hará sentir menos valioso.

Por lo tanto, la manera de manifestarse es esta: hay tareas que, sea por el motivo que sea, no te atraen y buscaras otras más placenteras dejando totalmente de lado las primeras. Aunque cualquier persona puede ser víctima la procrastinación, es más sencillo que se produzca si se cumple con alguno de los siguientes supuestos:

Mucha o poca motivación. Por un lado, si tu trabajo no te gusta o si estás en un proyecto que no es placentero es más probable que ocurra y, por otro lado, si te gusta demasiado empezarás a hacer muchas cosas por esta motivación y, probablemente, no termines ninguna. Por lo tanto, la motivación es buena, pero en su justa medida.
Cuando tienes mucho trabajo o el tiempo está mal organizado. En el caso de que haya mucho trabajo, puede generar estrés y no saber por dónde empezar. Esto hará que aquellas tareas que evalúas como más largas o complicadas pasen a un segundo plano.
Las tareas no son urgentes. Cuando lo que tienes que hacer no tiene una fecha límite lo que ocurre es que las dejas para después, hasta que después es demasiado tarde.
La dificultad de las tareas es elevada y/o tienes miedo a hacerlo mal. Si crees que estas ante algo que es más complicado de lo que puedes asumir o que se escapa a tus conocimientos, también es más probable que intentes aplazarlas.
Mucha creatividad. Las personas creativas, en muchas ocasiones, tienen muchas ideas sobre cómo hacer las cosas. Este conjunto de ideas también puede hacer que empieces tareas que luego no terminaras o que empieces aquellas tareas que creas más sencillas, dejando de lado las más complicadas.
Indecisión. Si eres una persona indecisa, el no saber por dónde empezar también puede hacer que aplaces tus actividades.

10 estrategias para dejar de procrastinar

Hay muchos estudios sobre este fenómeno y también hay muchas estrategias formuladas que son útiles para intentar dejarlo de lado. Algunas de las más útiles son las siguientes:

1. Haz listas de tareas. Es importante que antes de empezar cualquier tarea hagas una lista con aquellas cosas que tienes pendientes y que establezcas para cuándo las necesitas. Esto hará que tengas una visión general sobre todo el trabajo que tengas pendiente.
2. Crea plazos. En el caso de que las tareas que tengas pendientes no tengan un plazo establecido, establécelo tú. Esto te ayudará a tener una fecha límite y te motivará a conseguir tu objetivo.
3. Crea un orden de prioridades. No todas las tareas tienen la misma dificultad o la misma urgencia, por eso, es importante que establezcas un criterio para poder determinar cuáles son más urgentes.
4. Planifica el día a día. En la medida de lo posible, intenta dedicar unos minutos antes de ponerte a trabajar en los que establezcas qué vas a hacer en el día.
5. Recompénsate. En el caso de que tengas que hacer varias tareas que no te atraen, después de completarlas establécete una pequeña recompensa o premio.
6. Intercala tareas. Es importante que vayas intercalando tareas más complicadas con aquellas más atractivas o de menos dificultad. De esta manera, cuando estés con la tarea que menos te gusta sabrás que después viene una más placentera.
7. Haz descansos. Cuando te pongas con las tareas que menos te gustan, establece una serie de descansos para que puedas despejarte y descansar la mente.
8. Entrena el autocontrol. Muchas veces la procrastinación está relacionada con poco autocontrol. Por eso, te recomendamos que intentes fomentarlo mediante técnicas de afrontamiento y de gestión emocional.
9. Mejora tu autoestima. Como hemos comentado, en algunas ocasiones la procrastinación está relacionada con la baja autoestima. Por ello, trabajar la autoestima para aumentarla también puede ser muy beneficioso.
10. Ten el entorno de trabajo ordenado. Tener el escritorio ordenado y limpio también puede motivarnos a hacer las tareas más complicadas. El entorno siempre debe ser facilitador.

Aunque estas son algunas de las estrategias principales, también te dejo otras que te ayudan a dejar de evitar como, por ejemplo: delegar en otros, pedir ayuda, decir que no a las tareas que no te corresponden, empezar y terminar las tareas (no dejar algunas a medias), ser flexible, etc.

 

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