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¿Cómo cerrar un ciclo emocional? Aquí te dejamos 6 pasos que te ayudaran a avanzar con tu vida
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Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez
Cerrar un ciclo emocional es duro para casi todas las personas. En muchas ocasiones, la mente queda atrapada en un ciclo que, ya ha llegado a su fin. El resultado es que no es posible avanzar, ni tampoco disfrutar del presente, porque la mente y la energía están puestas en el pasado. Es importante dejar ir, para evitar sufrimiento y dolor.
Es necesario comprender que el ciclo ha llegado a su fin para poder vivir el momento y dejar de sentir apego por las personas, cosas o experiencias pasadas a las personas lasmantienen atadas. La vida genera sufrimiento y dolor, porque el mero hecho de vivirla supone un cambio continuo. Pero sabemos que muchos de esos sufrimientos son inútiles.
Evolución
La resistencia al cambio es una de las causas que impiden un cambio de ciclo. Sin embargo, evolución no es igual a olvido. Pasar página, cerrar un ciclo es compatible con recordar lo vivido, pero no con dolor, sino con agradecimiento o con cariño, asimilando la pérdida como un aprendizaje. Dejando ir. Para poder cerrar un ciclo emocional, hay pasos que se van sucediendo y que ayudan a avanzar hacia una nueva etapa y a asimilar que lo vivido ya pasó:
1. Recordar
Recordar todo lo que ha ocurrido tratando de rescatar recuerdos positivos. Intentar aceptar lo sucedido, sin olvidarlo, porque eso no suele ser una solución. Recordar y asumir es el primer paso para dejar ir. Dejar ir es tan difícil como necesario. Cuando un ciclo se termina, el vacío deja un enorme hueco. Y, aunque soltar duele, sostener lo insostenible duele mucho más.
2. Perdonarte
No te exijas tanto, no toda la responsabilidad es tuya. La vida pasa, las cosas suceden. En cualquier caso, si crees que has cometido errores, perdónate. Intenta sentir empatía contigo mismo, al margen de que lo que hayas hecho no sea perfecto. Seguro que también hay aciertos en tu haber. Perdonarte, si lo crees necesario, es importante.
3. Perdonar
En ocasiones necesitamos una disculpa y no eso no siempre sucede. Pero, al margen de lo que ocurra, es muy importante tratar de no guardar rencor. Y eso, al margen de lo que hagan los demás, es un trabajo personal. El rencor, el odio, afecta a quien lo sufre. Y tratar de liberarse de él, comprendiendo y perdonando, puede ayudar mucho a superar el ciclo que ya ha terminado.
4. Dejar ir
Cuando sucede algo que no queremos o no comprendemos, lo habitual es ofrecer resistencia. Pero eso no servirá de nada, ya que no cambiara tu realidad lo que de verdad ayuda es dejar ir. Lo que cuesta soltar el resentimiento, el enfado, la tristeza o la rabia que sientes. Soltar duele, pero sostener lo insostenible duele mucho más. No siempre tenemos respuesta para todo y muchas veces nos preguntaremos ¿Por qué a mí? Es probable que lo entiendas más adelante, cuando haya pasado el tiempo.
5. Aceptar
Una vez que nos hemos perdonado a nosotros mismos, que hemos perdonado, a quien nos hizo daño y que empezamos a dejar ir, toca aceptar que el ciclo terminó. No puedes cambialas cosas, ni hacer entender a quién te daño pues no todo depende de ti. A menudo ayuda dejar de preguntarse qué hubiera sucedido si la persona o tu hubieran actuado de manera diferente. Es más útil aceptar que ya pasó, que toca dar por finalizado el ciclo. Aceptar la situación ayuda a superar los sentimientos que nos atan.
6. Desprenderte
Una vez aceptada la situación, desprenderse es una parte fundamental de un duelo que cierra el ciclo y da paso a una nueva etapa. Desprenderse es doloroso, pero también liberador. Después de pasar por la negación y la ira, llegarán la negociación, la depresión y la aceptación, aunque el orden de estas etapas puede variar. Sin embargo, cuando se cierra una puerta, muchas otras se abrirán para ti.
Sólo si te desprendes y logras desapegarte, podrás volar ligero hacia nuevas etapas. Recordando lo vivido y asumiéndolo como parte de tu camino, pero caminando hacia nuevas experiencias. Sólo cuando hemos aceptado la situación y trabajado las emociones que nos atan a la situación pasada, es cuando nos perdonamos a nosotros mismos nos liberamos y perdonamos a los demás, después de este acto, nos encontraremos preparados para comenzar de nuevo”.
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Aprende a perdonarte a ti mismo
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Nota por: Psicóloga Violeta Gutiérrez 20/ Febrero/ 2025
Cuando pensamos en el perdón, a menudo nos centramos en perdonar a los demás. A medida que avanzamos en la vida, las personas pueden lastimarnos y decepcionarnos. Con tiempo, sabiduría y experiencia, a menudo aprendemos a aceptar disculpas y seguir adelante. ¿Qué pasa cuando eres tu el que necesita perdón? Es posible que ya hayas ofrecido disculpas a los demás, pero te resulta difícil perdonarte a ti mismo y seguir adelante. El perdón a uno mismo es importante para tu bienestar, deja de lado la culpa, reduce el estrés, mejorar la salud mental y lleva una vida más plena.
Comprender el perdón a uno mismo
Como seres humanos, estamos destinados a cometer errores. Sin embargo, muchas personas aprenden desde una edad temprana que cometer errores es algo malo o vergonzoso. El perdón a uno mismo se trata de ser consciente de quién eres y reconocer tus arrepentimientos, errores y deficiencias como parte de la condición humana. Estos arrepentimientos son normales y pueden deberse a cosas que hiciste o a cómo te sientes en determinadas situaciones, como ira, vergüenza, miedo o dolor.
El viaje hacia el perdón, significa tratarse a sí mismo con la misma amabilidad y comprensión que le ofrecerías a otra persona. Practica la autoaceptación y ayuda a silenciar el crítico interno que te impide sanar.
Las tres mayores barreras para el perdón a uno mismo son la evitación, la culpa y la vergüenza.
Evitación
Cuando cometemos un error, a menudo es más fácil culpar a los demás o fingir que no sucedió. Esta negación y evitación pueden impedirle seguir adelante. Las creencias religiosas, las expectativas sociales o las barreras familiares pueden influir en la evitación. Nos enseñan desde pequeños a no pensar demasiado en nosotros mismos.
Culpa y vergüenza
La culpa es cuando sientes que hiciste algo que va en contra de tus valores. Es una vocecita en tu cabeza que dice me equivoqué. La culpa puede ser un recordatorio útil para volver a encarrilarte con sus valores.
La vergüenza, es cuando sientes que algo anda mal contigo. Te hace sentir mal contigo mismo como persona. Es la creencia de que cometiste un error, entonces te conviertes em el error. Si tu crítico interior tiende a ser duro e implacable, o si crees que no mereces el perdón, el proceso de perdón hacia a ti mismo se convierte en un problema.
Pasos hacia el perdón a uno mismo
El perdón a uno mismo puede ser un desafío, especialmente cuando se trata de culpa, vergüenza o emociones negativas de acciones o decisiones pasadas. Te comparto algunos consejos que le ayudarán a dejar atrás los errores del pasado y practicar el perdón a uno mismo:
1. Reconoce tus emociones: Está bien sentir ira, culpa, miedo y dolor. Estos son parte de la experiencia humana.
2. Asume la responsabilidad: Acepta la responsabilidad de tus acciones o decisiones. Evite poner excusas o culpar a los demás.
3. Practica la autocompasión: muéstrate bondadoso y compasivo. Reconoce que cometer un error no te convierte en un error como persona. Los errores son parte de la vida y pueden enseñarte cómo doctor en osteopatía (DO, por sus siglas en inglés) las cosas mejor la próxima vez.
4. Silencia a tu crítico interior: reemplace los pensamientos autocríticos con un diálogo interno más compasivo. Cuando surjan pensamientos negativos, pregúntate si le dirías lo mismo a un amigo.
5. Pon las cosas en perspectiva: es fácil insistir en tus fracasos y pasar por alto tus éxitos. Tómese un momento cada día para reconocer las contribuciones positivas que ha realizado. Esta práctica cambia tu enfoque hacia el bien que aportas a ti mismo y a los demás.
6. Encuentra formas de cerrar la puerta: Algunas formas prácticas son a través de:
7. Abraza la paciencia: el perdón a uno mismo puede ser un desafío y requiere práctica. No te rindas. Eres digno de perdón. Date un poco de gracia y paciencia.
8. Busca apoyo: Presta atención a tus emociones. Ellas son señales que te guían hacia necesidades no satisfechas. Si estás constantemente enojado, triste o emocionalmente agotado, podría ser una señal de que algo falta en tu vida. Busca ayuda o encuentra formas de satisfacer las necesidades a través de terapia o grupos de apoyo. Conectarse con personas que comprenden su recorrido puede brindarle orientación y aliento valiosos.
El perdón a uno mismo es un viaje complejo pero importante. Comienza con la conciencia, la aceptación y el reconocimiento de tus emociones. Liberarse de la culpa y la vergüenza puede ser un desafío, pero con tiempo y esfuerzo es posible. Aprender a perdonarse a uno mismo no es sólo un regalo para uno mismo. También es un regalo para quienes te rodean. Puedes ser un mejor amigo y compañero cuando estás en paz contigo mismo.
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¿Qué impacto tiene la calidad de tus relaciones en tu salud mental? Claves para fortalecerlas
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Nota por: Psicóloga Violeta Gutiérrez
Las relaciones sociales con amigos, familiares, parejas o conocidos son fundamentales para nuestro bienestar. Esto demostró un estudio de Harvard sobre el desarrollo en adultos. Desde 1938, este proyecto de investigación ha seguido la vida de 724 hombres desde su adolescencia hasta sus 90 años, y luego la de sus hijos. En 2015, Robert Waldinger, el cuarto director del estudio, presentó los resultados destacando que tener relaciones sociales fuertes y de calidad nos mantiene saludables y felices a lo largo de la vida. Desde entonces, la investigación en psicología ha consolidado este hallazgo. Hoy, no cabe duda que contar con conexión social es uno de los predictores más confiables para una vida larga, saludable y satisfactoria; las relaciones positivas protegen nuestra salud mental y física.
Como influyen las relaciones positivas
Las relaciones sociales positivas son conexiones de calidad entre personas que brindan un sentido de pertenencia y seguridad, ayudándolas a enfrentar el estrés y las dificultades de la vida. Un ejemplo de relaciones sociales positivas es aquellas que tenemos con nuestros queridos amigos, parejas, familiares, colegas, u otros conocidos. Una relación social positiva está determinada por la calidad de la interacción, y no por la cantidad de tiempo que destinamos a la relación. La calidad de una relación está determinada por varios factores que influyen en la satisfacción y el bienestar de las personas involucradas. Un aspecto crucial es el apoyo mutuo, ya que brinda seguridad emocional y ayuda en momentos de dificultad. La comunicación efectiva también es fundamental, pues permite expresar sentimientos, necesidades y preocupaciones de manera clara y respetuosa. La confianza, construida a través de la honestidad, fortalece el vínculo y permite una conexión más profunda. Además, el respeto de las diferencias individuales fomenta un ambiente de aceptación y comprensión. Cuando estos elementos están presentes, las relaciones tienden a ser más saludables y satisfactorias.
Una relación saludable y satisfactoria no implica que no se presenten conflictos, discusiones o malos ratos. En una relación positiva y de calidad pueden existir diferencias de opinión o desacuerdos. No existe una relación perfecta. Lomás importante es entender que en una relación positiva, los conflictos se abordan desde el apoyo mutuo, la comunicación abierta, la confianza, y el respeto. También recuerda que la calidad de nuestras relaciones no solo se basan en la cantidad de tiempo que pasamos con una persona. Esto implica que una relación con una pareja puede ser tan valiosa como la relación con un familiar o amistad. Aunque las relaciones románticas suelen recibir más atención, las amistades ofrecen beneficios similares para la salud y el bienestar. Al igual que una pareja romántica, las amistades de calidad proporcionan apoyo emocional, comprensión y un sentido de pertenencia.
Se ha descubierto que incluso una interacción social positiva con un desconocido o con una persona con la que tenemos una relación casual, puede tener impactos positivos para nuestro bienestar. Piensa en tus compañeros de trabajo, vecinos, conocidos del gimnasio, o incluso la persona con quien esperas en una fila. Si la idea de conversar con un extraño te intimida, solo recuerda que un estudio encontró que las conversaciones con extraños tienden a ser menos incómodas, más agradables y generan una mayor conexión de lo que la gente espera.
Puntos importantes para tener relaciones positivas y de calidad:
¿Por qué hay que enfocarse en tener buenas relaciones sociales?
Las relaciones de amistad favorecen nuestra salud mental reduciendo el riesgo de estrés, ansiedad y depresión. Aumentan la sensación de felicidad y satisfacción con la vida. Además, las conexiones sociales están asociadas con una mejor salud física, incluyendo un sistema inmunológico más robusto y una mayor longevidad.
Distintas investigaciones mencionan que las relaciones de alta calidad, que ofrecen apoyo social y compañía, son cruciales para el bienestar y pueden proteger contra problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad. Estos beneficios perduran a lo largo de la vida. La falta de amigos o tener amistades de baja calidad duplica el riesgo de muerte prematura, un factor de riesgo mayor que fumar 20 cigarrillos al día.
Desde una perspectiva fisiológica, las relaciones cercanas y de apoyo han demostrado reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, mejorar la función inmunológica y aumentar la longevidad. Diversos estudios han encontrado correlaciones entre interactuar con amigos y una disminución de la presión arterial y reducción de la reactividad cardiaca. Esto se debe en parte a que el apoyo social puede reducir los niveles de cortisol, una hormona asociada al estrés. Además, participar en actividades sociales puede estimular la mente, mantenernos activos y proporcionar un sentido de propósito y pertenencia, lo cual es esencial para una vida satisfactoria y plena. Las conexiones sociales positivas no solo enriquecen nuestra vida emocional, sino que también tienen un impacto visible en nuestra salud física y aumenta nuestra calidad e vida y nuestros años por vivir.
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¿Que hacer cuando tu pareja y tú tienen proyectos de vida diferentes?
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Redacción por Psicóloga Violeta Gutiérrez
Al plantearnos cosas como tener hijos, cambiar de trabajo o mudarnos de ciudad te das cuenta de que quizá tu pareja no encaja en tu vida
Han reído, llorado, soñado, viajado y se han comido a besos durante meses, quizás años. Pero poco a poco vas viendo que las cosas no van en la dirección que te gustaría y vas cediendo y cediendo, hasta que un día te das cuenta de que tu relación y tus planes de vida caminan en sentido opuesto. No quieres tener hijos, ni quieres comprar una casa o hipoteca para el resto de tu vida, ni te agradan los mismos planes de fin de semana que a tu pareja.
Tienes prioridades completamente diferentes y les resulta imposible avanzar o hacer planes de futuro mínimamente coherentes. Y lo peor de todo, sientes que estás perdiendo un tiempo muy valioso con una persona con la que en realidad no te entiendes. Los proyectos de vida comienzan a cobrar importancia a partir de los 30. Es entonces cuando nos planteamos cosas como tener hijos, cambiar de trabajo o mudarnos de ciudad, decisiones que serán decisivas para el futuro de la pareja.
El motivo más común para este tipo de situaciones en consulta es el de tener hijos. Normalmente estos son casos en los que un miembro de la pareja quiere tener hijos a corto plazo, pero la otra continúa indecisa provocando una tensión entre ellos, a veces incluso llegando a la ruptura. El segundo motivo más recurrente para este desentendimiento es el de irse a vivir fuera o no. Esto se debe, a la cantidad de consecuencias que tiene sobre la pareja iniciar un nuevo proyecto que normalmente suele estar centrado en uno de ellos. Sin embargo, esto también ocurre en las parejas que simplemente han pasado gran parte de su relación centrados en otros problemas o viviendo sus propias rutinas. Después de haber luchado mucho por resolver otras cuestiones, pero después se dan cuenta de que en realidad no comparten nada. Esto suele ocurrir en parejas con relaciones largas que, por ejemplo, se han centrado en criar a los hijos y en el día a día, en lugar de analizar su relación y ver hacia donde se dirigen si es mejor seguir con la relación o continuar cada quien con su propio proyecto de vida.
En casi todos los casos el mismo problema se repite: la falta de comunicación y las dudas. Es muy importante saber lo que quiere uno mismo. Ocurre que a veces no se tiene claro o que, al hablarlo con la pareja, se generaliza y se deja todo a la deriva. Lo que acaba ocurriendo es que pasa el tiempo y que, cuando realmente llega el momento de plantearse la situación, uno de los dos tiene una postura cerrada que su pareja no esperaba y deja pocas opciones a la relación.
Cuando llega el momento de plantearse tener hijos y es el hombre el que no quiere la mujer se siente engañada por esos años de su vida que ha invertido en esa pareja y las dificultades y el tiempo que transcurrirá hasta que encuentre a otra pareja con la que tener hijos. El problema de esto es que suele terminar en ruptura, porque en el caso de que uno de los dos acabe cediendo por la presión que el otro ejerce sobre el, sentirá mucha frustración y acabará culpando al otro del tiempo que perdió o de lo que le ha visto forzado a hacer.
En ocasiones la ruptura es el mejor camino
Para evitar este tipo de dilemas recomiendo reflexionar seriamente sobre lo que se quiere y dedicarle el tiempo necesario a hablar del tema desde el principio. Ser congruentes y decir la verdad sin generalizar, algo que no suelen hacer muchas parejas. Si no quieres viajar o vivir fuera, exprésalo. Si no quieres tener hijos o tienes muchas dudas, dilo. Si no eres sincero/a con tu pareja llegará un punto en el que el conflicto surgirá, ya que la única manera de afrontarlo es superar tus miedos y aceptar tus propósitos por encima de los de tu pareja.
Se que suena muy bien en la teoría, pero en la practica el resultado de esta difícil decisión personal no suele acabar bien en muchos casos, al menos en un principio. Generalmente esto conlleva una ruptura que en muchas ocasiones, es una liberación de unas dinámicas que estaban volviéndose tóxicas. Todos los conflictos surgen por una falta de honestidad no solamente con la pareja, sino con uno mismo. Si tú no aclaras lo que quieres, ¿cómo vas a saber si lo que quiere tu pareja es lo que quieres tú?
Se coherente primero contigo, con lo que quieres y con tu plan de vida personal.
No antepongas a tu pareja sobre tus planes vitales. No me refiero a proyectos concretos, si no a esas cosas que sí o sí quieres experimentar en tu vida, aunque conlleven un cambio drástico. Si pones como prioridad tu relación sobre tus deseos, acabarás en la frustración y la relación se dañarátornándose violenta. Aunque no sea fácil, encontrar a alguien que se ajuste a lo que de verdad queremos es la única manera de ser feliz en pareja.
Y si no sabes que hacer, te encuentras en una encrucijada, no sabes cómo decírselo a tu pareja, te sientes frustrado, perdido, no escuchado o no valorado, acude con el profesional de salud mental de tu confianza que pueda apoyarte y acompañarte para lograr tomar una decisión adecuada a tu proyecto de vida.
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