HOY ESCRIBE EN LA NOTICIA
¿Qué puedo hacer cuando tengo un bajón emocional?

Nota por: Psicóloga Violeta Gutiérrez 2 de julio de 2025
Hablare de este tema, porque muchos pacientes, amigos, familiares y yo también en algún momento, he tenido bajones emocionales en los últimos meses.
¿Es normal tener bajones emocionales?
Claro que sí. Hemos vivido muchos cambios para los cuáles no estábamos preparados. Hemos sobrevivido a una pandemia, mucha gente está viviendo en la incertidumbre de qué sucederá con ellos mismos, con un duelo de un familiar, con una separación de pareja, con una pérdida de trabajo, etc.
No hay que preocuparse de más por presentar algún bajón emocional, pero debemos ver o ser conscientes con nosotros mismos de la frecuencia e intensidad de esos días. Uno puede sentir un momento, días, horas o incluso un día de bajón total), a lo mejor en ese día no se ven soluciones, todo se ve en blanco negro, ideas de extremos (todo o nada), tenerla lagrima floja, cambios de humor, sentirse susceptible o de mal genio. Si se ha sentido así, no pasa nada, es lógico y racional, porque son muchas cosas las que estamos viviendo solos o acompañados, lejos o cerca de nuestra familia, etc.
¿Cuándo me debo preocupar por sentirme con días de bajón?
¿Qué puedo hacer para superar los días de bajón?
Busca actividades que te generen un bienestar, una alegría, una satisfacción.
¿Qué hago si no desaparecen estas sensaciones de bajón?
Puede que estas sensaciones de bajón emocional ya los tuvieras de forma más intensa pero no les dabas importancia. Ahora mencionare algunos puntos que pueden ayudar en caso de que sea complicado resolver el bajón emocional:
El bajón emocional en si es algo que todos como personas llegamos a vivir en los momentos estresantes o complicados de nuestras vidas. Los bajones emocionales llegan a ser una parte natural de nuestra vida, lo importante es no ignorarlos, y saber cuando se necesita apoyo y cuando pedir ayuda. Este puede pasar de ser un signo de debilidad a uno de valentía y cuidado propio si es que se actúa correctamente. Recuerda que no estás solo y que existen los recursos para llegar a un bienestar y/o para salir del estancamiento.
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Pansexualidad y Asexualidad: Preferencias sexuales que debes conocer

Redacción por: Psicóloga Violeta Gutiérrez. 26 de junio del 2025, Cd. Camargo, Chihuahua.
Una persona pansexual es aquella que siente atracción erótica o afectiva por otras personas, independientemente de su sexo biológico, identidad de género u orientación sexual. Es decir, la atracción pansexual no se basa en si la otra persona es hombre, mujer, transgénero, no binaria u otra identidad de género, sino en sus rasgos generales. La pansexualidad se considera una orientación sexual inclusiva y, aunque a menudo se la vincula con la bisexualidad, se trata de dos orientaciones sexuales diferentes.
El término “pansexual” se forma con el prefijo pan (del griego antiguo pân, que significa “todo”) y la palabra “sexual” o “sexualidad”, entendida como orientación sexoafectiva. Aunque comenzó a usarse en la década de 1970, cobró mayor visibilidad en los años noventa, cuando artistas y figuras públicas comenzaron a identificarse abiertamente como pansexuales.
La orientación sexual se refiere al tipo de atracción afectiva o sexual que una persona experimenta hacia otras. Algunas orientaciones son la heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad, la pansexualidad y la asexualidad.
Por su parte, la identidad de género se refiere al modo en que una persona se percibe a sí misma en términos de género. Por ejemplo, como hombre, mujer, ambos, ninguno o de otra manera. Incluye identidades como cisgénero, transgénero, no binaria, agénero, entre otras.
¿Qué es la asexualidad?
La asexualidad es una orientación sexual que se caracteriza por la ausencia persistente de atracción sexual hacia otras personas. No se trata de una elección, como el celibato, ni de una disfunción, sino de una forma natural y válida de experimentar o no experimentar la sexualidad.
Históricamente fue ignorada en los manuales diagnósticos, hoy se la reconoce como una dimensión legítima dentro del espectro de la diversidad sexual. Investigadores como Anthony Bogaert (2004) la definen como (nunca haber sentido atracción sexual hacia nadie), y distinguen entre deseo sexual, atracción sexual y actividad sexual, conceptos que no coinciden entre sí.
Muchas personas asexuales experimentan lo que se conoce como atracción romántica, es decir, deseo de establecer vínculos afectivos, enamorarse o construir relaciones íntimas, sin necesidad de implicar el deseo sexual. Esto ha dado origen a términos como:
Esta diferenciación ha sido fundamental para visibilizar la complejidad del mundo afectivo asexual y evitar la confusión entre atracción física y vinculación emocional.
Una persona asexual puede no experimentar atracción sexual hacia otras personas, pero aun así presentar respuestas sexuales fisiológicas como excitación o alcanzar el orgasmo, ya sea a través de la masturbación o mediante otras formas de autoestimulación. Estos hallazgos respaldan la idea de que los componentes de la sexualidad humana atracción, excitación y respuesta orgásmica son procesos diferenciables y no necesariamente interdependientes. Desde un enfoque clínico, esto permite comprender la diversidad en las manifestaciones sexuales sin asumir una disfunción cuando alguno de estos factores está ausente.
Las personas asexuales pueden tener relaciones de pareja, vivir solas, ser poliamorosas o formar vínculos con personas sexuales. En muchos casos, las parejas negocian los términos del vínculo, como la frecuencia o tipo de contacto físico.Algunas personas asexuales tienen sexo por compromiso, afecto o curiosidad, mientras que otras prefieren evitarlo por completo. No existe una única forma de vivir la asexualidad, y la diversidad dentro del espectro asexual es amplia.
La asexualidad representa una posibilidad legítima dentro de la diversidad humana. Reconocerla como orientación sexual permite validar identidades, generar entornos más inclusivos y ofrecer respuestas adecuadas desde la psicología clínica, la educación sexual y las políticas públicas.
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¿Qué son las heridas de la infancia? Y ¿cuáles son los efectos que generan en la vida adulta? Aquí te lo explicamos

Redactado Por: Psicóloga Violeta Gutiérrez
Las heridas de la infancia son experiencias emocionales negativas o traumáticas que ocurren durante los primeros años de vida y que pueden dejar una marca profunda en la forma en que una persona se relaciona consigo misma y con los demás. Estas heridas suelen originarse en situaciones como la falta de atención emocional, el abuso físico o psicológico, el abandono, la sobre exigencia o incluso en dinámicas familiares disfuncionales.
Aunque son eventos del pasado, las heridas de la infancia no desaparecen por sí solas; tienden a manifestarse en la adultez como inseguridades, miedos, patrones de comportamiento repetitivos o dificultades en las relaciones interpersonales. Reconocer y trabajar en estas heridas a través de procesos como la terapia psicológica puede ayudar a transformar esas cicatrices en herramientas de crecimiento personal, mejorando la calidad de vida y el bienestar emocional.
¿Cómo saber si tengo heridas de la infancia sin cerrar?
Las heridas de la infancia no son evidentes, se reflejan en la forma en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos. Identificar estas señales es el primer paso para empezar a sanar.
Las 5 heridas más importantes que marcan nuestra niñez
Podemos ver estas heridas en distintos aspectos de nuestra vida. Quizás aparecen en nuestras relaciones, en emociones que nos es difícil controlar, o en los pensamientos que tenemos sobre nosotros mismos. Todos tenemos algún tipo de herida, estas surgen a partir de una experiencia difícil, porque tuvimos padres imperfectos y porque no hay manera de salir ilesos de nuestros primeros años de vida. Existen cinco tipos principales de heridas de la infancia, que se originan en diferentes dinámicas o experiencias vividas durante los primeros años:
Herida #1: Rechazo.- Son las experiencias donde sentimos que no fuimos completamente aceptados por nuestro cuidador. Esta percepción puede haberse dado a partir de una experiencia muy clara de rechazo, como también a partir de experiencias que fueron interpretadas como tal. Quizás en ese momento no pudimos entender lo que realmente estaba pasando con nuestros cuidadores.
Herida #2: Abandono. – El abandono se refiere a experiencias de soledad profunda. Puede ser porque una de las figuras parentales no estuvo presente o porque no hubo una conexión emocional profunda. Si bien actualmente se puede comprender qué estaba pasando realmente con nuestros cuidadores, en la niñez es probable que estas experiencias se tomen de manera personal.
Herida #3: Humillación. – Se refiere a experiencias en las que los cuidadores dieron el mensaje de que éramos “insuficientes”, “malos”, o que algo en nosotros era “inaceptable” o no merecedor de amor.
Herida #4: Traición. – Se refiere a experiencias en las que alguien importante en nuestra vida realiza una conducta que rompe nuestra confianza o interfiere con nuestro bienestar. Se da con personas con las que hay una dependencia, especialmente en el caso de los cuidadores en edades tempranas, pero también se puede dar en la adultez en relaciones cercanas.
Herida #5: Injusticia. – Se refiere a la experiencia de haber tenido cuidadores fríos y autoritarios. Quizás solo nos dieron afecto a partir de nuestros logros, por lo que hubo una necesidad de “actuar” para recibir amor.
¿Cómo afectan las heridas de la infancia en la vida adulta?
Las heridas de la infancia tienen un impacto significativo en la vida adulta, afectando la forma en que las personas se relacionan consigo mismas, con los demás y con el entorno. Estas son algunas maneras en las que pueden manifestarse:
¿Cómo sanar las heridas de la infancia?
Sanar las heridas emocionales de la infancia no es una tarea fácil. Tenemos condicionamientos que están tan profundos en nosotros que no se van a ir de un momento a otro porque los razonemos o porque los entendamos, pues sanar es un trabajo diario. Recuerda que solo sanamos cuando sentimos, y lo que resistimos, persiste. Y cuando finalmente nos damos la oportunidad de conectar con el dolor, validarlo y procesarlo es cuando las cosas realmente cambian. Pero estas son algunas cosas que puedes hacer para sanar tus heridas de la infancia
Sé paciente contigo mismo: Sanar es un proceso gradual; celebra cada pequeño avance. Sanar las heridas de la infancia es un acto de amor propio que requiere valentía y paciencia. Aunque mirar al pasado puede doler, también abre la puerta a una vida más consciente y libre de patrones que te limitan. Cada paso que das hacia la sanación es un regalo que te haces a ti mismo.
Si crees necesitar ayuda para este proceso, no dudes en buscarla. Un proceso terapéutico te puede ayudar y guiar en este camino, te puede brindar herramientas para regular tus emociones, cambiar aquello que ya no te gusta y construir una vida más consciente y con mayor bienestar. Recuerda que no estás solo, curar las heridas de la infancia puede ayudarte a sanar tu yo del presente. Sabemos que tomar la decisión de buscar ayuda psicológica puede resultar abrumador o puede generar muchas dudas.
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¿Cuál es el daño que ocasiona tener un padre ausente? ¿Qué hacer para sanarlo?

Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez 12 junio 2025
Que mamá sea quien se encargue del cuidado de los hijos, llevarlos a la escuela, asistir a sus festivales y hasta ayudarles en las tareas y que el papá vaya todos los días a trabajar y regrese a casa de noche: cenar y ver la tele, es algo común en una familia tradicional mexicana. Ocasionalmente el papá también ayudaba, pero pronto se desesperaba, por lo que era “una tarea más” de la mamá.
Lamentablemente, esta escena es típica de muchas familias mexicanas: las madres a cargo de los hijos; y los papás del sustento. Los hombres están ausentes en la vida de los hijos e hijas, así como de la esposa. A esta forma de involucrarse en la crianza se le conoce como el síndrome del padre ausente. Aunque es un término que formalmente en la psicología no existe, pero se usa para hacer referencia a un padre ausente emocionalmente y en algunos casos a un padre ausente físicamente.
Cuando hablamos de un papá ausente nos referimos a aquel que no participa de manera activa en la crianza y crecimiento de los niños, aunque está presente en la familia. Los padres presentes pero ausentes ocupan, por ejemplo, gran parte del tiempo en trabajar. Tienen poco interés en conocer el mundo personal del niño o la niña y además no fungen de guía para los menores. No están ahí para escucharlos, guiarlos o incluso ayudarlos con sus problemas emocionales: están ausentes en la vida personal de sus hijos.
Un padre ausente físicamente se refiere a aquellos padres que luego de un divorcio o un rompimiento con su pareja sentimental rompen también con los hijos y no se involucran en nada con el menor. Simplemente no toman responsabilidad y se marchan. La presencia o no del padre o incluso de la madre es un factor de suma importancia en la vida de toda persona, algunos estudios psicológicos afirman que la participación de papá y mamá en el crecimiento de los hijos, es determinante en la mayoría de cualidades que los niños tendrán de adultos.
Consecuencias emocionales de un padre ausente
La decisión de un papá de no estar presente en la crianza de sus hijos no sólo afecta a la familia entera; las consecuencias son principalmente para las niñas y niños. Un hijo necesita sí o sí una figura que le ayude a ver el mundo e interpretarlo, un padre y una madre que lo hagan sentir protegido y escuchado y sobre todo seguro de su paso por este planeta. Si esa figura no está, un niño puede crecer con notables afectaciones que lo marquen de por vida. Algunas de las consecuencias emocionales de un padre ausente y que se pueden apreciar en la edad adulta son:
Baja autoestima._ Para muchos niños y niñas crecer sin un padre puede ser sinónimo de “ser diferentes” lo que también relacionan con baja autoestima. Es común que los hijos de un padre ausente no sientan confianza en ellos mismos, se sientan inferiores, tengan pensamientos negativos hacia ellos mismos, o que incluso piensen que tienen algo malo que hizo que su papá se alejara de ellos. Esta falta de confianza puede derivar en problemas en la toma de decisiones y afectar sus relaciones sociales.
Desconfianza en los demás._ En la infancia aprendemos la forma de ver el mundo. Si a tan temprana edad vivimos una experiencia negativa como que nuestro papá no quiso estar ahí, es probable que crezcamos con desconfianza hacia los demás. Este sentimiento puede aparecer en otros ámbitos de nuestra vida, como las relaciones de pareja o de amistad. En el primer caso es común que los hijos de padres ausentes sean más propicios a temer a la infidelidad y pasar por actitudes de celos.
Problemas de conducta.- Una forma muy común de los niños y las niñas de llamar la atención de sus padres es teniendo conductas rebeldes. No hacer las tareas, contestar a los maestros, no ayudar en casa, romper límites, son tan sólo algunas actitudes de niños que buscan ser vistos por sus padres. Si estas conductas no se trabajan se pueden llevar a la vida adulta desencadenando problemas más grandes por ejemplo con la ley.
Relaciones dependientes.- Una de las consecuencias de un padre ausente es que los hijos tendrán más probabilidad de crear relaciones dependientes de pareja. Si bien esta secuela del síndrome del padre ausente se relaciona más con mujeres, no es propio de ese género. Un niño o niña con un padre ausente puede buscar a personas que los cuiden durante su adultez, lo que hace que sostengan relaciones donde incluso no se sienten cómodos o aceptan ceder ante las necesidades de su pareja con tal de “no ser abandonados”
Cómo superar el síndrome del padre ausente
Si durante tu niñez sufriste de un padre ausente es seguro que te sientas identificado y la pregunta sea ¿Qué puedohacer?
Superar las consecuencias emocionales y las heridas que deja un padre ausente es una tarea ardua pero no difícil. El paso más importante, como en cualquier otro tratamiento es identificar, y aceptar el problema. Saber que muchas de las emociones y reacciones que tienes son producto de esta experiencia es un gran paso para empezar a buscar ayuda.
Te dejo una lista de acciones que puedes realizar durante tu proceso, de sanar las consecuencias emocionales de un papá ausente.
Escúchate. _ Como ya dijimos, la clave para sanar es aceptar y reconocer todas aquellas emociones que estén guardadas y que hayas relacionado con la ausencia de tu padre ausente. En un espacio seguro, trae a tu mente los recuerdos de tu infancia y mira todas aquellas emociones que se generan. ¿Es dolor? ¿Es tristeza o es rabia? Anótalas e identifícalas. Acéptalas todas, son necesarias para sanar.
Empatiza con tu padre. – Esto no quiere decir que justifiques su comportamiento, sino que te abras a observar también la posición en la que se encontraba en ese momento tu papá y que lo orillaron a tomar esa decisión. A lo mejor lo invadió el miedo o sinceramente no quería ser papá. Ponerte en sus zapatos puede ayudarte a que el dolor disminuya, así como a entender su reacción. Recuerda que las acciones hablan de las personas.
Perdona._ Perdonar es una acción con múltiples beneficios positivos para la salud mental de la persona que lo hace. Perdonar no significa justificar, ni hacer como que no pasó nado o repetir la acción, es más una decisión a partir de la cual se quita todo el dolor que una persona o una acción nos produjo.
Ve a Terapia. _ Cuando una emoción persiste por un tiempo prolongado y no deja de doler es un síntoma de que es necesario ir a terapia. La terapia puede ayudarte a entender de dónde viene la emoción y a trabajarla para que no derive en otras consecuencias en tu vida y sobre todo puedas llevar una vida más placentera y con mayor sensación de felicidad.
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