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Los estilos de crianza y su influencia en el comportamiento de los niños

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Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez Solís

Los padres tienen una gran influencia en el comportamiento de los hijos e hijas. Los estilos de crianza que se lleven a cabo con los hijos van a influenciar de modo determinante en su desarrollo. Es importante poner atención al estilo de crianza y fomentar estilos de crianza positivos que contribuyan a un desarrollo sano. Los estilos de crianza negativos pueden tener consecuencias negativas en el desarrollo de los niños y niñas.

¿Qué son los estilos de crianza?

Los estilos de crianza son la manera que tienen los padres de reaccionar y responder a las emociones de los niños y niñas.

El estilo de crianza es un patrón de actuación que como padres se llevan a cabo, y recogen un conjunto de emociones, pensamientos, conductas y actitudes que los padres y madres desarrollan  en torno a la crianza de los hijos e hijas. El estilo de crianza está inmerso en un proceso de interacción social y cómo tal va a interferir directamente en la otra persona.

¿Por qué son importantes los estilos de crianza para las familias?

Los estilos de crianza son muy importantes, porque la forma en que los padres interactúan con los hijos e hijas, va a ser la base de su desarrollo social y emocional, y por lo tanto de su bienestar actual y futuro. Los estilos de crianza van a hacer que el niño o niña se sienta de una determinada manera consigo mismo y con los demás, lo cual es fundamental para su desarrollo y también va a determinar las futuras interacciones sociales y relaciones afectivas.

¿Cuáles son los diferentes estilos de crianza?

Los diferentes estilos de crianza se caracterizan por dos factores principales:

  1. Sensibilidad e interés. Hace referencia a la sensibilidad que muestran los padres y madres con las emociones de sus hijos e hijas, a la capacidad de entender emocionalmente a los niños y niñas y dar respuesta a sus necesidades. Más que la sensibilidad e interés lo fundamental cómo percibe el niñ@ la sensibilidad y el interés.
  2. Exigencia y firmeza. El otro factor determinante para definir los estilos de crianza es el nivel de exigencia y de firmeza de los padres con respecto a sus hij@s, y al igual que ocurre con el factor anterior, como el niñ@ percibe dicha exigencia.

Los estilos de crianza

– Estilo autoritario. El nivel de exigencia y firmeza es muy elevado y en cambio la sensibilidad y el interés percibidos no siempre son positivos. Es un estilo en el que no se deja al niño o niña desarrollar su autonomía y en el que a veces se le exige demasiado.

– Estilo permisivo. El estilo permisivo está en el extremo contrario en cuanto a exigencia y firmeza. Los niveles de exigencia y firmeza son nulos o inexistentes. El niño/a necesita reglas para saber qué es lo que se espera de él o ella. Suelen percibir un nivel adecuado de sensibilidad e interés.

– Estilo negligente. Es un estilo en el que los progenitores no se ocupan de sus hijos. Los niveles de exigencia son bajos y también la sensibilidad.

– Estilo democrático. El estilo democrático, define la actitud que encuentra el término medio entre la exigencia y la sensibilidad.

Estilos de crianza que afectan a los hijos de manera negativa

Los estilos de crianza que afectan de manera negativa al comportamiento de los hijos serían aquellos que tienen consecuencias negativas en el desarrollo del niño o niña.

Cómo afecta a la salud de los niños  el estilo de crianza adoptado

– Estilo autoritario. La exigencia es demasiado elevada. El niño o niña se siente presionado y no percibe sensibilidad. Puede afectar a su autoestima, y al desarrollo de su autonomía. Un estilo autoritario puede convertir a los hijos en personas dependientes e inseguras.

– Estilo permisivo. La ausencia de exigencias también es contraproducente para su desarrollo. El niño o niña crece sin aprender a tolerar la frustración, pensando que está en el centro de todo, no aceptará críticas y tendrá dificultades para relacionarse de manera sana y en equilibrio.

– Estilo negligente. Es el estilo más negativo de todos, ya que pueden desarrollarse de manera conjunta las consecuencias negativas de los estilos anteriores.

Un estilo de crianza positivo: el estilo democrático

El estilo de crianza positivo pasa por atender las necesidades emocionales de los niños y niñas y al mismo tiempo emplea una disciplina positiva. Es un estilo que consiste en consensuar de modo democrático las decisiones y las normas para dejar que los niñ@s desarrollen su autonomía y su confianza. No siempre es fácil llevar a cabo un estilo de crianza positivo, el truco está en buscar el equilibrio.

 

 

 

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¿Quieres saber cuál es tu tipo de apego y como te relacionas en pareja? Aquí te lo contamos

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Imagen tomada de internet

 Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez

El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido o la persona encargada de su cuidado. Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad. El establecimiento del apego desde la infancia más temprana se relaciona principalmente con dos sistemas: el sistema exploratorio, el cual permite al bebé contactar con el ambiente físico a través de los sentidos y el sistema afirmativo, mediante el cual los bebes contactan con otras personas.

El apego se compone de tres componentes: la construcción mental que permite establecer la relación de pertenencia e incondicionalidad, la unión afectiva que proporciona sentimientos de alegría y bienestar, y el sistema de conductas de apego focalizado en mantener un contacto privilegiado.

¿Cómo se establece el apego?

En el transcurso del primer año, se establece un vínculo de apego con la persona con quien tiene más contacto y aparece el miedo ante los desconocidos. El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza. El apego seguro permite al pequeño explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la tranquilidad de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo. Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el mundo y de relacionarse. El estilo de apego establecido durante la infancia puede ser visible en los miedos o inseguridades del adulto, y en la manera de afrontarlos.

Los 4 tipos de apego

  1. Apego seguro

Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. De acuerdo con Bowlby, este tipo de apego depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y seguridad. Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de apego.

  1. Apego ansioso y ambivalente

En psicología, “ambivalente” significa expresar emociones o sentimientos contrapuestos, lo cual, frecuentemente genera angustia.  Por eso, en el caso de un apego ansioso-ambivalente el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y otras veces no están, lo constante en los cuidadores es la inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad. De adultos, el apego ansioso-ambivalente provoca, una sensación de temor a que su pareja no les ame o no les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.

  1. Apego evitativo

Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Se conoce como evitativo porque los bebés presentan distintas conductas de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando se separan de cuidador, se interesan sólo en sus juguetes y evitan contacto cercano. La despreocupación por la separación puede confundirse con seguridad, en distintos estudios se ha mostrado que en realidad estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés, cuya activación perdura por más tiempo que los niños con un apego seguro. Estos menores viven sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad

  1. Apego desorganizado

Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del extremo contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente miedo hacia ésta. Los menores tienen tendencia a conductas explosivas, destrucción de juguetes, reacciones impulsivas, así como grandes dificultades para entenderse con sus cuidadores y con otras personas. Evitan la intimidad, no han encontrado una forma de gestionar las emociones que esto les provoca, por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter negativo que impide la expresión de las emociones positivas.

 

 

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¿Qué es el género no binario?

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Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez

Aquí te damos a conocer la noción de identidad, su estrecha relación con el género, además de la historia y las investigaciones más actuales sobre el denominado género no binario.

El género No Binario, se refiere a personas que no se sienten identificadas con el género masculino o femenino y que construyen su identidad al margen de la lógica binaria del sistema cisnormativo según el cual el sexo biológico y la identidad de género coinciden

Género no binario: identidad y género

Vivir es forjar identidad. Desde las propias condiciones innatas a nuestra relación y contacto social, la identidad esun proceso, no se detiene, siendo la suma del carácter, lapercepción y la experiencia del mundo. Y es que el proceso de autoconocimiento puede llevar la vida entera. Y aunque este proceso de identidad está en permanente diálogo con el otro, sus hallazgos se descubren en la intimidad, siendo el resultado de este proceso la respuesta a la pregunta: ¿quién soy?

Uno de los factores que definen la identidad es el género entendiendo este como la relación que tenemos con nuestra sexualidad incluyendo en ella los procesos socioculturales a través de los cuales un individuo se reconocería como masculino o femenino. El género apela, por lo tanto, a los rasgos culturales entre los que se encuentran los roles, las convenciones y los condicionamientos históricos.

De la unión de ambas nociones —identidad y género— el concepto identidad de género nace para apelar a esta percepción global que tiene un individuo de sí mismo haciendo especial hincapié en su género que, como sabemos, puede coincidir o no con su sexo biológico.

En este sentido, el modelo binario o binarismo de género es la categorización clásica de los individuos como masculino y femenino. Esta lógica binaria, al presuponer diversas actitudes y rasgos para cada género, supone una fuente de asunción de roles y actitudes que generan convencionalismos en el modo de pensar y actuar de los individuos que ya no tienen que responder por sí mismos a la pregunta quién soy, porque la respuesta ya está dada de antemano.

En este contexto de binarismo de género comienza a discutirse la existencia de un género no binario al que pertenecen individuos que asumen un género más allá del binarismo, no correspondiéndose con el género masculino ni con el femenino.

En este sentido, más bien cabría hablar de identidades no binarias ya que la categorización implica diversas variantes entre las que se incluyen el bigénero, trigénero o pangénero, englobando este último a aquellas personas que pueden identificarse con diversos géneros que coexisten en su cultura, además del género fluido de aquellas que transicionan entre dos o más géneros de forma esporádica o permanente.

Para contextualizar el género no binario resulta más que pertinente explorar la historia y las relaciones que han tenido los individuos con su identidad, sexualidad y género. En la antigua mitología mesopotámica, con más de 7000 años de historia, ya existen referencias a divinidades no definidas por sus rasgos femeninos o masculinos, sino descritos como un sincretismo entre ambos o como una superación de los mismos.

Así mismo, en la cultura tradicional de los pueblos isleños de Pacífico también existen referencias a variaciones de género como los māhū hawaianos que eran parte de un tercer género que tenía sus propios roles dentro de la sociedad, algo similar a lo que sucedería con los fakaleiti de Tonga o los fa’afafine de Samoa.

En la cultura indígena de América se cita la Xochiquétzal, divinidad azteca de la fertilidad. Una de sus historias asociadas narra cómo se transformó en un ser ambiguo tras ser violada. Así mismo, también cabe señalar a las comunidades berdache o dos espíritus, en las que algunos miembros podían adoptar actitudes más propias de los dos géneros clásicos teniendo la capacidad de desafiar a la naturaleza y teniendo así gran valor en su comunidad. En última instancia, tenemos los muxes de la cultura zapoteca, con una gran consideración y respeto social.

Exposiciones como ‘Trans. Diversidad de identidades y roles de género’ de 2017 en el Museo de América ya abordaron la historia de las identidades en relación al género adoptado acudiendo también a fuentes griegas que narran mitos o historias de transición entre géneros. En el propio Banquete de Platón en el que se debate sobre diferentes cuestiones como el amor platónico también se señala la existencia de un tercer tipo de ser conocido como andrógino.

Son diversos los estudios recientes que tratan de abordar el género no binario desde una perspectiva científica, independiente de las urgencias y la ambivalencia de las agendas políticas y mediáticas, apoyándose en disciplinas como la antropología, la sociología, la biología, la historia o la propia psicología.

Un estudio de la Universidad British Columbia de Vancouver ha analizado la integración de las identidades no binarias en procesos de investigación haciendo especial hincapié en la atención médica inclusiva para jóvenes no binarios destacando los desafíos a los que se enfrenta la investigación de la salud más allá de la lógica binaria.

Así mismo, una investigación publicada por la Universidad de Cambridge amplifica las demandas de activistas y académicos LGBTQ por la necesidad de usar categorías de género no binarias para incluir a personas que no se identifican estrictamente como hombres ni como mujeres no percibiendo reacciones negativas entre los encuestados a preguntas de género no binario.

Esta última consideración nos sirve para enfocar con esperanza los debates futuros sobre la identidad de género, a menudo atrapados en la contradicción entre la fría terminología que los define y su obsesión con la etiquetación humana frente a la naturalidad con la que, los individuos construyen su identidad en un diálogo consigo mismos y con el entorno, que rompe con los contextos que tratan de envolver la noción de la individualidad.

 

 

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¿Qué es la homosexualidad?

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Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez

La homosexualidad es la atracción erótica, romántica y sexual que una persona experimenta de manera sostenida por individuos de su mismo sexo. Es decir, los hombres homosexuales son aquellos que se sienten atraídos por otros hombres (y son comúnmente llamados gays) y las mujeres homosexuales son aquellas que se sienten atraídas por otras mujeres (y son comúnmente llamadas lesbianas).

El término homosexualidad fue empleado por primera vez en alemán (homosexualität) en el siglo XIX por el escritor y activista austríaco Karl María Kertbeny.

Durante mucho tiempo, la homosexualidad fue mal vista e incluso perseguida por motivos religiosos o morales, a pesar de que se trata de una conducta de larga data en la historia humana. Aunque en la actualidad ha sido reconocida como una orientación sexual y no como una patología, existe aún cierto estigma al respecto en los sectores fundamentalistas de la sociedad.

Por esa misma razón, no resulta sencillo determinar cuántas personas homosexuales existen en el mundo. Muchas de ellas lo son abierta y libremente, mientras que otras prefieren manejar su intimidad en la más estricta discreción, e incluso hay quienes practican las relaciones homosexuales de manera esporádica, eventual o secreta. Existen numerosos colectivos y agrupaciones sociales que luchan, justamente, por la normalización y aceptación de la homosexualidad en la sociedad y la abolición de estos prejuicios y tabúes.

Diferencias entre la orientación sexual y la identidad de género

La homosexualidad es una orientación sexual, es decir, una forma de atracción o interés sexo afectivo, que por lo tanto tiene que ver con el objeto de deseo. Las personas homosexuales (o bisexuales, si se interesan tanto en su mismo sexo como en el contrario) pueden tener diferentes tipos de identidad de género, sin que eso tenga que ver con su preferencia a la hora de establecer vínculos eróticos y románticos.

En cambio, la identidad de género tiene que ver con la autopercepción de los individuos en materia de género, es decir, cómo se perciben de acuerdo a los roles sociales establecidos culturalmente para cada sexo. Así, una persona puede percibirse a sí misma como hombre o mujer, o ambas cosas a la vez, o como alguien que ocupa un lugar por fuera de dicha conformación binaria. Esta identificación, sin embargo, es de tipo interior: psicológica, mental, emocional, y no tiene que ver con la elección de un objeto de deseo u orientación sexual.

Homosexualidad en la historia

La homosexualidad no es un fenómeno nuevo en la historia humana. En diferentes tradiciones mitológicas antiguas se hace referencia a amores homosexuales entre dioses, héroes y distintos tipos de seres míticos. Un caso muy conocido es el de la Antigua Grecia, en cuya sociedad las relaciones homosexuales tenían un lugar aceptado y reconocido, pues se consideraba que ciertas formas de amor eran únicamente posibles entre hombres.

En la antigua ciudad de Esparta, por ejemplo, se fomentaban las relaciones homosexuales entre soldados, como una forma de estrechar el nexo entre quienes irían juntos a hacer frente a la muerte.

De un modo similar, en la Antigua Roma, las relaciones homosexuales eran relativamente cotidianas, aunque los roles pasivos podían tener una connotación de mayor o menor sometimiento, por lo que era usual que los hombres tuvieran amoríos con jóvenes efebos o con esclavos.

La feroz persecución de la homosexualidad en Occidente fue fruto de la expansión del cristianismo, religión heredera de los rigurosos preceptos morales del judaísmo. En ambas tradiciones la judía y la cristiana, la homosexualidad es no solo mal vista, sino que constituye un pecado que amerita el castigo divino y el rechazo social.

Incluso en la era moderna, la homosexualidad siguió siendo considerada como una desviación o un problema psiquiátrico, y hubo numerosos y tortuosos intentos por diseñar mecanismos de conversión o cura, que consistían en torturar física y psicológicamente a la persona, en ocasiones causando daños permanentes. Hubo que esperar hasta 1990 para que la Organización Mundial de la Salud eliminase de su lista oficial de patologías mentales a la homosexualidad tanto masculina como femenina.

Homofobia y legalidad de la homosexualidad en el mundo

La homofobia puede manifestarse como desprecio, discriminación o incluso violencia física. La homofobia es el miedo o la angustia inmanejables frente a las personas homosexuales, que normalmente conducen hacia distintas formas de agresión en su contra: el desprecio abierto, la discriminación o peor aún, la violencia. Se trata de un fenómeno tristemente común en la sociedad contemporánea, considerado junto con el racismo, la xenofobia y la transfobia como obstáculos a superar para la construcción de una sociedad más igualitaria.

Sin embargo, existen sociedades en las que las leyes mismas fomentan el sentimiento homofóbico. En distintas naciones fundamentalistas y religiosas, como ciertas corrientes del judaísmo y del islam, la homosexualidad puede ser motivo de castigo por parte de la comunidad, o peor aún, de sanciones legales que van desde el encarcelamiento hasta la ejecución. En la república islámica de Irán, por ejemplo, son comunes los ajusticiamientos de homosexuales.

¿Es la homosexualidad una elección?

Ni la homosexualidad ni la bisexualidad ni la heterosexualidad son aspectos de la persona que dependan sencillamente de su preferencia. En la actualidad se ignora exactamente qué factores genéticos, de crianza o de personalidad pueden determinar la orientación sexual del individuo, que por otro lado no siempre constituye un aspecto único, de su personalidad.

 

 

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