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10 consejos para convertirte en una persona con una actitud positiva

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Redactado por: Psicóloga Violeta Gutiérrez

¿Qué es una actitud positiva?

Tener una actitud positiva significa ser optimista ante las situaciones y ante nosotros mismos. Las personas con actitud positiva mantienen las esperanzas en alto y ven lo mejor incluso en medio de las dificultades. En contraste, las personas con actitudes negativas tienden a ser más pesimistas y a estar en desacuerdo, así como a esperar los peores resultados. Una actitud positiva no asegura que vivirás sin estrés, pero sí puede equiparte con las herramientas que necesitas para manejarlo de un modo saludable. Veamos algunas formas en las que una actitud positiva se manifiesta en el trabajo y en la vida.

¿Por qué es tan importante tener una actitud positiva?

Si tienes una actitud mental positiva puedes lidiar mejor con el estrés y frente a situaciones negativas. Una actitud positiva te ayuda a que no le tengas miedo al estrés y a que, por el contrario, lo veas como un paso más en la búsqueda de tus objetivos. Además, estas actitudes te pueden ayudar a fijarte metas más realistas basadas en tus sueños, a mantener relaciones sociales más positivas y a recargar tus energías. Aunque suene imposible para algunos, muchas de las experiencias que hemos vivido son productos de nuestros pensamientos. Si quieres que tus pensamientos sean más positivos de ahora en adelante y que se conviertan el motor que te hagan alcanzar tus metas más altas, toma nota de estos 10 consejos que te cambiarán la vida.

  1. Establece metas

Tener metas nos hace sentir más seguros y optimistas ante la vida. Sé realista y comienza por establecer metas pequeñas y específicas, al igual que un plan de acción para concretarlas.

  1. Ve a la acción

De nada sirve establecerte metas si te quedas de brazos cruzados esperando que las cosas sucedan como por arte de magia. Comienza desde ya a trabajar por tus metas y sueños, ya que mantener tu mente ocupada en esto definitivamente evitará que tengas pensamientos pesimistas.

  1. Sé optimista

El optimismo es un estado mental que te ayuda a tener una buena relación con lo que te rodea. Esperar lo mejor de las cosas, pero con los pies sobre la tierra, siempre te llevará por el camino correcto.

  1. No sufras por las cosas materiales

Aunque vivamos en un mundo materialista, hay que aprender a centrar nuestra atención en las cosas que verdaderamente importan como las relaciones interpersonales, las emociones positivas y los logros alcanzados y por alcanzar.

  1. Rodéate de gente positiva

Las personas que estén junto a ti pueden influir en tus pensamientos y energías. Si te rodeas de personas que son creativas y exitosas, eso es lo que atraerás a tu vida. Y si te rodeas de personas negativas, te convertirás en una persona negativa. ¡Todos actuamos como un imán!

  1. Haz cosas que te apasionen

No importa si tienes una vida muy ocupada, siempre hay tiempo para hacer las cosas que nos apasionan y alcanzar el equilibrio personal y profesional. Si te gusta tocar la guitarra, entonces busca tiempo para practicar. Esto te mantendrá motivado y positivo, además de que te permitirá liberar estrés.

  1. Comparte con tus amigos

Los seres humanos somos personas sociables, entonces, ¿por qué centrarnos en nuestro trabajo y ocupaciones? Compartir con los amigos es el momento perfecto para reír y vivir en el ahora. Ten en cuenta que las personas que comparten más con sus amigos, son más felices.

  1. Aprende cosas nuevas

Aprende un nuevo idioma, inscríbete en talleres y lee libros que te puedan enseñar cosas útiles para la vida. El hecho de tener un conocimiento más amplio, te ayudará a tener más confianza en ti mismo.

  1. Expresa lo que sientes

Callar lo que piensas y sientes puede convertirse en una bomba de tiempo fatal. Es mejor hablar a tiempo, que hacerlo por un impulso de ira. Cuando no estés de acuerdo con algo o tengas un problema, exprésalo. Esto evitará que te estreses y que lastimes con palabras hirientes a los que te rodean.

  1. No le tengas miedo al fracaso

El fracaso es normal y necesario para crecer. Todo el mundo fracasa en algún momento de sus vidas, lo importante es levantarse con más fuerza y seguir adelante. Recuerda esto siempre “para alcanzar el éxito, es necesario fracasar”. Estas 4 personas fracasaron antes de alcanzar el éxito.

Cultivar pensamientos positivos permitirá que vivas una vida feliz y en armonía con los demás. Cuando notes que estás pensando negativamente, piensa en algo que te haga feliz, y préstale atención a las cosas buenas que hay en tu vida.

 

 

Contacto: email: violetags14@gmail.com

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¿Qué puedo hacer cuando tengo un bajón emocional?

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Nota por: Psicóloga Violeta Gutiérrez      2 de julio de 2025

Hablare de este tema, porque muchos pacientes, amigos, familiares y yo también en algún momento, he tenido bajones emocionales en los últimos meses.

¿Es normal tener bajones emocionales?

Claro que sí.  Hemos vivido muchos cambios para los cuáles no estábamos preparados. Hemos sobrevivido a una pandemia, mucha gente está viviendo en la incertidumbre de qué sucederá con ellos mismos, con un duelo de un familiar, con una separación de pareja, con una pérdida de trabajo, etc.

No hay que preocuparse de más por presentar algún bajón emocional, pero debemos ver o ser conscientes con nosotros mismos de la frecuencia e intensidad de esos días. Uno puede sentir un momento, días, horas o incluso un día de bajón total), a lo mejor en ese día no se ven soluciones, todo se ve en blanco negro, ideas de extremos (todo o nada), tenerla lagrima floja, cambios de humor, sentirse susceptible o de mal genio. Si se ha sentido así, no pasa nada, es lógico y racional, porque son muchas cosas las que estamos viviendo solos o acompañados, lejos o cerca de nuestra familia, etc.

¿Cuándo me debo preocupar por sentirme con días de bajón?

Cuando esas emociones y sensaciones de bajón emocional se prolongan en el tiempo o aumentan de intensidad.
Cuando nos hacemos bola cómo dicen varios de mis pacientes y amigos; el no quiero hablar con nadie, porque no me apetece, porque no quiero molestar, entonces me aíslo conmigo mismo.
Cuando sienta a veces o de manera algo constante que la vida no tiene sentido, que no merece la pena vivirla.
Cuando pierda la ilusión por lo que antes me hacía feliz.
Cuando deje de comer o empiece a comer menos que antes.
Cuando duerma peor, tenga insomnio o no pare de estar en la cama durmiendo, porque al menos durmiendo, no piensa.
Podría decir mil situaciones, pero creo que éstas son las que mejor lo reflejan.

¿Qué puedo hacer para superar los días de bajón?

Intenta no aislarte.
No pienses que molestas. Al contrario, la gente quiere ayudarte. Muchas veces los pacientes me dicen o cuentan alguna situación que han tenido y les digo¿sabes que me puedes escribir?, ellos me contestan: no quiero molestar y yo les digo estoy aquí para ayudarte, escribe o llama cuando necesites. Luego lo aprenden y saben que me tienen para cuando lo necesiten, aunque en ese momento no tengan sesión.
Establece rutinas. Las rutinas suelen calman y proporcionar tranquilidad en el ser humano.
Si puedes y si te gusta incluye algo de ejercicio físico en tu vida. El deporte aumenta los niveles de serotonina y dopamina, dos neurotransmisores que hay en nuestro cerebro, son los encargados de aumentar nuestra motivación y felicidad.
Piensa que no estás sólo, te lo prometo, hay mucha gente que está pasando por lo mismo que tú. Busca apoyos en la gente que confíes, la gente que tengas al lado y sabes que te quiere.
No es para siempre. Una vez escuché una frase que me gustó mucho y en los días que a veces tengo de bajón, porque soy humana, la recuerdo y se la digo a mis pacientes (las emociones son pasajeras), recuerda que esto que sientes ahora, no tiene por qué permanecer mucho en el tiempo, lo sentirás y después de un tiempo cambiara a otra emoción.

Busca actividades que te generen un bienestar, una alegría, una satisfacción.

¿Qué hago si no desaparecen estas sensaciones de bajón?

Puede que estas sensaciones de bajón emocional ya los tuvieras de forma más intensa pero no les dabas importancia. Ahora mencionare algunos puntos que pueden ayudar en caso de que sea complicado resolver el bajón emocional:

Reconoce tus emociones sin juzgarte. Sentirte mal no te hace débil. Aceptar lo que sientes es el primer paso para mejorar.
Habla con alguien de confianza. Expresar lo que sientes con un amigo o familiar puede ayudarte a liberar carga emocional.
Busca apoyo profesional. Si el malestar persiste, acude a un psicólogo. Muchas universidades ofrecen atención gratuita o de bajo costo.
Evita el aislamiento. Aunque no tengas ganas, intenta mantener contacto con al menos una persona cada día.
Cuida lo básico. Dormir bien, comer de forma adecuada y moverte, aunque sea un poco tiene un gran impacto en tu estado emocional.
Aléjate de soluciones dañinas. El alcohol, el exceso de redes sociales o ignorar el problema solo lo agravan.
Practica la paciencia contigo mismo. Recuperarte lleva tiempo. Cada paso que tomas hacia tu bienestar cuenta.
En caso de urgencia, busca ayuda inmediata. Si sientes que la situación te sobrepasa o tienes pensamientos autolesivos, acude a líneas de apoyo o centros de salud mental.

El bajón emocional en si es algo que todos como personas llegamos a vivir en los momentos estresantes o complicados de nuestras vidas. Los bajones emocionales llegan a ser una parte natural de nuestra vida, lo importante es no ignorarlos, y saber cuando se necesita apoyo y cuando pedir ayuda. Este puede pasar de ser un signo de debilidad a uno de valentía y cuidado propio si es que se actúa correctamente. Recuerda que no estás solo y que existen los recursos para llegar a un bienestar y/o para salir del estancamiento.

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Pansexualidad y Asexualidad: Preferencias sexuales que debes conocer

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Redacción por: Psicóloga Violeta Gutiérrez. 26 de junio del 2025, Cd. Camargo, Chihuahua.

Una persona pansexual es aquella que siente atracción erótica o afectiva por otras personas, independientemente de su sexo biológico, identidad de género u orientación sexual. Es decir, la atracción pansexual no se basa en si la otra persona es hombre, mujer, transgénero, no binaria u otra identidad de género, sino en sus rasgos generales. La pansexualidad se considera una orientación sexual inclusiva y, aunque a menudo se la vincula con la bisexualidad, se trata de dos orientaciones sexuales diferentes.

El término “pansexual” se forma con el prefijo pan (del griego antiguo pân, que significa “todo”) y la palabra “sexual” o “sexualidad”, entendida como orientación sexoafectiva. Aunque comenzó a usarse en la década de 1970, cobró mayor visibilidad en los años noventa, cuando artistas y figuras públicas comenzaron a identificarse abiertamente como pansexuales.

Una persona pansexual siente atracción erótica o afectiva por otras personas, más allá de su sexo biológico, identidad de género u orientación sexual.
La identidad sexual es una orientación que indica hacia quiénes se siente atracción afectiva o sexual. Por su parte, la identidad de género se refiere a la forma en que cada persona se percibe a sí misma en términos de género.
La pansexualidad implica una atracción que no depende del género de la otra persona. En cambio, la bisexualidad puede incluir el género como factor, aunque no lo limita a uno solo.
Identidad sexual e identidad de género
Es importante no confundir la pansexualidad, que es una orientación sexual, con las identidades de género.

La orientación sexual se refiere al tipo de atracción afectiva o sexual que una persona experimenta hacia otras. Algunas orientaciones son la heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad, la pansexualidad y la asexualidad.

Por su parte, la identidad de género se refiere al modo en que una persona se percibe a sí misma en términos de género. Por ejemplo, como hombre, mujer, ambos, ninguno o de otra manera. Incluye identidades como cisgénero, transgénero, no binaria, agénero, entre otras.

¿Qué es la asexualidad?

La asexualidad es una orientación sexual que se caracteriza por la ausencia persistente de atracción sexual hacia otras personas. No se trata de una elección, como el celibato, ni de una disfunción, sino de una forma natural y válida de experimentar o no experimentar la sexualidad.

Históricamente fue ignorada en los manuales diagnósticos, hoy se la reconoce como una dimensión legítima dentro del espectro de la diversidad sexual. Investigadores como Anthony Bogaert (2004) la definen como (nunca haber sentido atracción sexual hacia nadie), y distinguen entre deseo sexual, atracción sexual y actividad sexual, conceptos que no coinciden entre sí.

Muchas personas asexuales experimentan lo que se conoce como atracción romántica, es decir, deseo de establecer vínculos afectivos, enamorarse o construir relaciones íntimas, sin necesidad de implicar el deseo sexual. Esto ha dado origen a términos como:

Heterorromántico/a: se siente atracción romántica por personas de otro género.
Homorromántico/a: atracción romántica por personas del mismo género.
Birromántico/a, panromántico/a, arromántico/a, entre otros.

Esta diferenciación ha sido fundamental para visibilizar la complejidad del mundo afectivo asexual y evitar la confusión entre atracción física y vinculación emocional.

Una persona asexual puede no experimentar atracción sexual hacia otras personas, pero aun así presentar respuestas sexuales fisiológicas como excitación o alcanzar el orgasmo, ya sea a través de la masturbación o mediante otras formas de autoestimulación. Estos hallazgos respaldan la idea de que los componentes de la sexualidad humana atracción, excitación y respuesta orgásmica son procesos diferenciables y no necesariamente interdependientes. Desde un enfoque clínico, esto permite comprender la diversidad en las manifestaciones sexuales sin asumir una disfunción cuando alguno de estos factores está ausente.

Las personas asexuales pueden tener relaciones de pareja, vivir solas, ser poliamorosas o formar vínculos con personas sexuales. En muchos casos, las parejas negocian los términos del vínculo, como la frecuencia o tipo de contacto físico.Algunas personas asexuales tienen sexo por compromiso, afecto o curiosidad, mientras que otras prefieren evitarlo por completo. No existe una única forma de vivir la asexualidad, y la diversidad dentro del espectro asexual es amplia.

La asexualidad representa una posibilidad legítima dentro de la diversidad humana. Reconocerla como orientación sexual permite validar identidades, generar entornos más inclusivos y ofrecer respuestas adecuadas desde la psicología clínica, la educación sexual y las políticas públicas.

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¿Qué son las heridas de la infancia? Y ¿cuáles son los efectos que generan en la vida adulta? Aquí te lo explicamos

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Redactado Por: Psicóloga Violeta Gutiérrez

Las heridas de la infancia son experiencias emocionales negativas o traumáticas que ocurren durante los primeros años de vida y que pueden dejar una marca profunda en la forma en que una persona se relaciona consigo misma y con los demás. Estas heridas suelen originarse en situaciones como la falta de atención emocional, el abuso físico o psicológico, el abandono, la sobre exigencia o incluso en dinámicas familiares disfuncionales.

Aunque son eventos del pasado, las heridas de la infancia no desaparecen por sí solas; tienden a manifestarse en la adultez como inseguridades, miedos, patrones de comportamiento repetitivos o dificultades en las relaciones interpersonales. Reconocer y trabajar en estas heridas a través de procesos como la terapia psicológica puede ayudar a transformar esas cicatrices en herramientas de crecimiento personal, mejorando la calidad de vida y el bienestar emocional.

¿Cómo saber si tengo heridas de la infancia sin cerrar?

Las heridas de la infancia no son evidentes, se reflejan en la forma en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos. Identificar estas señales es el primer paso para empezar a sanar.

Te cuesta confiar en los demás o estableces relaciones poco saludables, lo que puede ser reflejo de experiencias tempranas de desconfianza o traición.
Sientes miedo constante al rechazo o al abandono, lo cual indica una necesidad no satisfecha de seguridad emocional en la infancia.
Reaccionas de forma intensa ante situaciones que parecen “pequeñas”, señal de que ciertas emociones no han sido procesadas del todo.
Tienes baja autoestima o dudas constantemente de tu valor personal, lo que puede deberse a críticas o falta de validación en tu niñez.
Repites patrones de comportamiento dañinos en tus relaciones, porque inconscientemente buscas escenarios familiares, aunque sean dolorosos.
Evitas hablar de tu infancia o sientes incomodidad al recordarla, lo que indica que hay emociones no resueltas asociadas a esa etapa.
Buscas constantemente la aprobación de los demás, reflejando la necesidad de aceptación que no fue satisfecha en tu infancia.
Te cuesta poner límites y decir “no” sin sentir culpa, lo que muestra la dificultad para priorizarte y proteger tu bienestar.

Las 5 heridas más importantes que marcan nuestra niñez

Podemos ver estas heridas en distintos aspectos de nuestra vida. Quizás aparecen en nuestras relaciones, en emociones que nos es difícil controlar, o en los pensamientos que tenemos sobre nosotros mismos. Todos tenemos algún tipo de herida, estas surgen a partir de una experiencia difícil, porque tuvimos padres imperfectos y porque no hay manera de salir ilesos de nuestros primeros años de vida. Existen cinco tipos principales de heridas de la infancia, que se originan en diferentes dinámicas o experiencias vividas durante los primeros años:

Herida #1: Rechazo.- Son las experiencias donde sentimos que no fuimos completamente aceptados por nuestro cuidador. Esta percepción puede haberse dado a partir de una experiencia muy clara de rechazo, como también a partir de experiencias que fueron interpretadas como tal. Quizás en ese momento no pudimos entender lo que realmente estaba pasando con nuestros cuidadores.

Herida #2: Abandono. – El abandono se refiere a experiencias de soledad profunda. Puede ser porque una de las figuras parentales no estuvo presente o porque no hubo una conexión emocional profunda. Si bien actualmente se puede comprender qué estaba pasando realmente con nuestros cuidadores, en la niñez es probable que estas experiencias se tomen de manera personal.

Herida #3: Humillación. – Se refiere a experiencias en las que los cuidadores dieron el mensaje de que éramos “insuficientes”, “malos”, o que algo en nosotros era “inaceptable” o no merecedor de amor.

Herida #4: Traición. – Se refiere a experiencias en las que alguien importante en nuestra vida realiza una conducta que rompe nuestra confianza o interfiere con nuestro bienestar. Se da con personas con las que hay una dependencia, especialmente en el caso de los cuidadores en edades tempranas, pero también se puede dar en la adultez en relaciones cercanas.

Herida #5: Injusticia. – Se refiere a la experiencia de haber tenido cuidadores fríos y autoritarios. Quizás solo nos dieron afecto a partir de nuestros logros, por lo que hubo una necesidad de “actuar” para recibir amor.

¿Cómo afectan las heridas de la infancia en la vida adulta?

Las heridas de la infancia tienen un impacto significativo en la vida adulta, afectando la forma en que las personas se relacionan consigo mismas, con los demás y con el entorno. Estas son algunas maneras en las que pueden manifestarse:

Relaciones interpersonales
Autoestima y autovaloración
Patrones de comportamiento repetitivos
Dificultades emocionales
Problemas de confianza
Bloqueos en el desarrollo personal

¿Cómo sanar las heridas de la infancia?

Sanar las heridas emocionales de la infancia no es una tarea fácil. Tenemos condicionamientos que están tan profundos en nosotros que no se van a ir de un momento a otro porque los razonemos o porque los entendamos, pues sanar es un trabajo diario. Recuerda que solo sanamos cuando sentimos, y lo que resistimos, persiste. Y cuando finalmente nos damos la oportunidad de conectar con el dolor, validarlo y procesarlo es cuando las cosas realmente cambian. Pero estas son algunas cosas que puedes hacer para sanar tus heridas de la infancia

Consejos para sanar tus heridas de la infancia
Reconoce tus heridas: Acepta que existen y que han impactado en tu forma de pensar, sentir y actuar.
Identifica su origen: Reflexiona sobre experiencias dolorosas de tu niñez que pudieron haber dejado huella.
Valida tus emociones: Permítete sentir tristeza, enojo o miedo sin juzgarte.
Trabaja en el perdón: No significa justificar, sino liberarte del peso emocional que esas experiencias generan.
Establece límites saludables: Aprende a decir “no” y protege tu bienestar emocional.
Practica el autocuidado: Prioriza actividades que te generen bienestar físico, emocional y mental.
Busca apoyo profesional: Un terapeuta puede ayudarte a trabajar estas heridas de forma segura y profunda.

Sé paciente contigo mismo: Sanar es un proceso gradual; celebra cada pequeño avance. Sanar las heridas de la infancia es un acto de amor propio que requiere valentía y paciencia. Aunque mirar al pasado puede doler, también abre la puerta a una vida más consciente y libre de patrones que te limitan. Cada paso que das hacia la sanación es un regalo que te haces a ti mismo.

Si crees necesitar ayuda para este proceso, no dudes en buscarla. Un proceso terapéutico te puede ayudar y guiar en este camino, te puede brindar herramientas para regular tus emociones, cambiar aquello que ya no te gusta y construir una vida más consciente y con mayor bienestar. Recuerda que no estás solo, curar las heridas de la infancia puede ayudarte a sanar tu yo del presente. Sabemos que tomar la decisión de buscar ayuda psicológica puede resultar abrumador o puede generar muchas dudas.

 

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