Elaborado por: Valeria Anchondo, Layla Dávila, Fátima Ramírez, Mariana Murga, Vanessa Márquez, Dra. Susana Ivonne Aguirre Vásquez y Dr. Humberto Blanco Vega.

Licenciatura en Motricidad Humana
Facultad de Ciencias de la Cultura Física
Universidad Autónoma de Chihuahua

Durante el proceso del envejecimiento disminuye la reserva fisiológica de los órganos y sistemas, generando vulnerabilidad y fragilidad por lo que se incrementa el riesgo de sufrir discapacidad y dependencia. La aparición de síndromes geriátricos como la inmovilidad, la inestabilidad-caídas, la incontinencia urinaria y el deterioro cognitivo son condiciones comunes que se presentan en los adultos mayores y provocan un deterioro significativo en su capacidad funcional e independencia.

La geriatría y la rehabilitación geriátrica son diciplinas de la medicina que juegan un papel esencial en la atención integral de los adultos mayores, incidiendo directamente en su calidad de vida, bienestar y capacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas con autonomía y seguridad.

La Geriatría se enfoca en tratar las enfermedades que afectan a las personas mayores; se encuentra dentro del campo de la gerontología clínica, y se dedica a estudiar los problemas específicos relacionados con el envejecimiento patológico; mientras que la rehabilitación geriátrica es un enfoque terapéutico integral, que busca restaurar o mejorar las habilidades y capacidades funcionales, con la finalidad de mantener o recuperar la independencia y prevenir el deterioro físico. Existen diversas modalidades de rehabilitación geriátrica como la rehabilitación física, la terapia ocupacional, la terapia del habla y la rehabilitación cognitiva, estas terapias se adaptan a las necesidades individuales de cada paciente y en el caso de la rehabilitación física a través del ejercicio, se ha observado que el tipo de ejercicio físico más beneficioso en el adulto mayor frágil es el denominado entrenamiento multicomponente, este tipo de programa combina el entrenamiento de fuerza, la resistencia, la flexibilidad, el equilibrio y la marcha; favoreciendo la capacidad funcional, la cual es un elemento fundamental para el mantenimiento de la independencia en las actividades básicas de la vida diaria de las personas de la tercera edad.

En definitiva, la sinergia entre geriatría y rehabilitación es fundamental, ya que mientras la geriatría se enfoca en el manejo médico integral y la prevención, la rehabilitación aporta las herramientas necesarias para mejorar la funcionalidad, la autonomía y en consecuencia la autoestima del paciente. Fomentar la autonomía y funcionalidad en los adultos mayores tiene un impacto positivo en la salud y promueve un envejecimiento activo y saludable.

Finalmente, la atención de los adultos mayores desde un enfoque multidimensional reduce la incidencia de enfermedades y accidentes, contribuyendo a que nuestros mayores tengan una mejor calidad de vida y puedan vivir de manera plena y saludable.

Referencias:
Cifu, D. X., Lew, H. L., & Oh-Park, M. (Eds.). (2019). Rehabilitación geriátrica. Elsevier Health Sciences.

El 42% de las mujeres tuvo un sangrado más abundante después de ponerse la vacuna contra el coronavirus.

Esta es la conclusión principal que se desprende del mayor estudio realizado hasta la fecha sobre la relación entre la vacuna del Covid y la menstruación.

La encuesta fue llevada a cabo por investigadores de las universidades estadounidenses de Illinois, Harvard y la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis. Se entrevistó a 39.000 mujeres y los resultados han sido publicados en ‘Science Media Centre’.

Además del aumento del flujo menstrual, el estudio ha encontrado otras alteraciones derivadas de la vacuna, como la ausencia de regla durante meses y el sangrado espontáneo en mujeres que ya no la tenían porque se encontraban en la menopausia. También en personas no menstruantes –la muestra incluía personas no binarias– que tomaban tratamientos hormonales.

En estos días escucharás identidad de género por aquí, orientación sexual por allá, acrónimos LGTB+ y banderas diversas. Quizá lo tengas muy claro, o quizá estés a por uvas y no te enteres. Si es tu caso, sigue leyendo. La identidad de género es la percepción subjetiva que cada persona tiene respecto a su propio género, quién te sientes. Y es tan íntima, que, en realidad, solo puedes saberlo tú. Gracias a una sociedad cada vez más libre en parte del mundo –ojo, que sigue habiendo países que con pena de muerte o cárcel para las personas LGTB+–, cada vez hay más identidades de género. Te contamos cuáles son.

Pero antes, aprovechamos que Elizabeth Duval, filósofa, escritora y activista, pasaba por COSMOPOLITAN para una entrevista, para preguntarle, de sopetón, ¿por qué son tan complejas las teorías sobre el género? “Fundamentalmente porque son teorías sociales sobre temas muy complejos”, contesta ella. Y aclara: “La manera en que nos relacionamos unos con otros, al final, es rematadamente compleja. La realidad no es simple, ni se deja simplificar demasiado, es complicada y tiene muchos ángulos”, explica con paciencia.

Tratar de explicar el género es algo a lo que Elizabeth Duval, una de las mejores escritoras españolas, ha dedicado libros suyos como ‘Después de lo trans’, donde distingue “entre el género como un sistema histórico, vinculado a unos roles de género concretos que pueden ser opresivos, y, luego, cómo nos relacionamos nosotros individualmente con ese sistema. Todo ello forma parte de nuestra identidad”. Las gafas de género nos ayudan a comprendernos unos a otros, según explica la filósofa. “Nos hacemos inteligibles, nos entendemos dentro de la sociedad, según esa especie de gafas o ese espectro del género”, afirma.

La vivencia de cada persona de su identidad de género es compleja y totalmente individualizada, ya que en ella influye “tu entorno, tus referentes, tus experiencias pasadas, tus vivencias actuales, tu personalidad, tus gustos e inquietudes… El género es una construcción social y, por tanto, es muy difícil separar la vivencia individual del ‘todo’ en el que vivimos”, destaca Ana Lombardía, terapeuta experta en bienestar y salud sexual de We-Vibe.

Por eso, incluso se habla del género como algo fluido, aunque “normativamente, se entiende que hay dos identidades de género, femenino y masculino, correspondientes al sexo biológico, hombre y mujer”. Sin embargo, subraya que “en algunos países ya se reconoce un tercer género, el neutro, porque, en realidad, la identidad de género es una construcción social que asigna a los dos sexos distintos roles en la sociedad, formas de ser, de vestir, de actuar…”.

Ese constructo social puede resultar opresor cuando no te sientes representado por tu sexo, por ejemplo. “No todo el mundo se siente identificado con el rol que se le asigna al nacer –e incluso, antes de nacer–, por lo que la identidad de género cada vez es más difusa y fluida”, apunta Lombardía, para quien “si conseguimos abolir el género de la sociedad las personas, hombres y mujeres, podrán adquirir el rol que quieran en la sociedad, vestirse como les apetezca, actuar como les apetezca.. sin las restricciones y limitaciones que impone el género”.

Miedos y dudas

Tener dudas a la hora de asumir tu identidad de género es absolutamente normal. Sin embargo, los miedos suelen asolarnos cuando esa identidad de sale de lo normativo y te sientes como en terreno de nadie. “Puede ayudar mucho contar con la información adecuada que te ayude a aclarar conceptos y a construir tu identidad en base a tus propios sentimientos y necesidades”, explica Lombardía.

En caso de sentir dudas y miedos, recomienda que te asegures de “contar con gente a tu alrededor que te apoye y entienda tu proceso también es muy importante”. También tener referentes diversos y personas que te amen, respeten y celebre, esa es la clave.

Pero, si no es así, la terapeuta anima a “que recurras a la ayuda de una profesional de la psicología y la sexología que te guíe y en la que apoyarte”. Lo ideal sería poder sentir tu identidad sexual de forma fluida y sin miedos, pero la sexóloga advierte que no es lo habitual.

“Me temo que, a día de hoy, si tu identidad sexual no es la normativa, es probable que te encuentres con muchas dificultades a la hora de vivirla: los prejuicios de la gente, los tabúes, los ataques… van a dificultar que disfrutes de tu sexualidad con libertad”, advierte.

Arrímate a tu tribu

En caso de encontrarte con dificultades para expresar tu identidad, “es importante intentar rodearte de personas que te entiendan, te quieran y te arropen; construir tu propia ‘tribu’, tu burbuja en la que poder ser tú mismo/a. Cuando estés fuera de esa tribu, la clave es intentar encontrar un equilibrio -casi utópico- entre protegerte de los peligros de la intolerancia y ser tú mismo/a”, recomienda. Lo importante es poder sentir y ser con libertad.

La psicóloga anima a vivir el sexo desde el disfrute, el tuyo y el de tu pareja, si la hay, y sin tener en cuenta nada más. Por ejemplo, si quieres elegir algún juguete sexual como los de We-Vibe, Lombardía recomienda “tener en cuenta únicamente tus genitales y los de tu pareja. Incluso Chorus, un juguete diseñado inicialmente para disfrutar en parejas hetero, funciona perfectamente en mujeres a solas o en parejas”. A disfrutar tengas la identidad de género que tengas.

Tipos de identidad sexual

• Andrógino. Persona biológicamente hombre que tiene rasgos corporales ambiguos y que no se corresponden a los de su verdadero sexo.
• Andrógina. Persona biológicamente mujer que tiene rasgos corporales ambiguos y que no se corresponden a los de su verdadero sexo.
• Asexual. Conjunto de personas que no tienen interés sexual, ni sienten atracción sexual por otras personas.
• Bigénero. Son personas expresan su identidad de género de forma tanto masculina como femenina, al mismo tiempo o de forma alternada, híbrida.
• Bisexual. Una persona que tiene preferencia por igual por ambos sexos. Se dice que los bisexuales son el grupo mayoritario dentro del colectivo LGTB+. Por cierto, también puedes no serlo pero tener comportamiento bisexual, o sea, que te puede ocurrir, a veces. Como dijimos, todo fluye…
  
• Cisgenero. Si te identificas con el género que te fue asignado al nacer, eres una persona cis. Mola reflexionar sobre los privilegios que ello conlleva.
• CrossDresser. Hombre que se viste de mujer independientemente de si es gay o no. Digamos que transitan por los géneros.
• Demigénero. Cuando solo te identificas parcialmente con un género. Y eso puede ser solo con otro, con varios combinados, o ser agénero.
• Dos espíritus. Se caracteriza porque la persona se puede identificar con ambos roles, el masculino y el femenino. Se trata de una identidad de género que ya se nombraba entre los nativos de América del Norte, donde se les consideraba seres especiales con capacidades místicas.
• Gay. Un hombre al que le suelen gustar exclusivamente otros hombres.
• Género fluido. Cuando tu identidad de género no es fija ni definible sino más bien cambiante (fluida): se pueden sentir como hombre un tiempo y después como mujer o al contrario, y también pueden sentirse sin un género en particular.
• Género neutro. También se le conoce como tercer sexo o agénero. Es cuando no te sientes identificada no con tu género biológico, ni con el opuesto a ese. Ni masculino, ni femenino. O sea, la tuya es inclasificable en el estándar normativo.
• Género no conforme. Se refiere a las personas cuyo género sentido no coincide con su género asignado al nacer. O sea, todas las personas que expresan su identidad de género de manera no convencional o estándar.
• Heterosexual. Tienes preferencia exclusiva por personas del sexo contrario. Perteneces al grupo mayoritario de la población. Sí, cuando dicen heteronormativo, se refieren a ti.
• Heteroflexible. Se trata de una persona que aunque habitualmente es ‘hetero’, puede sentir también atracción, aunque sea de Pascuas a Ramos, por su propio sexo.
• Homoflexible. Igual, pero al contrario: sería una persona que aunque habitualmente es ‘homosexual’, aunque puede eventualmente sentir también atracción por alguien del sexo opuesto.
• Homosexual. En este caso, tienes preferencia exclusiva por otras personas del mismo sexo. Este es el grupo de individuos más común, tras los ‘heteros’.
• Intersexual. las persona que nacen con órganos reproductivos o sexuales que no se ajustan a lo que tradicionalmente se considera “masculino” o “femenino”.
• Lesbiana. Una mujer a la que le suelen gustar exclusivamente otras mujeres. El número de mujeres lesbianas se ha incrementado en un 25% en la última década, quizá porque han salido más del armario al sentirse en entornos más seguros.
• Pansexual. Como su propio prefijo indica, se trata de alguien a quien le atrae todo tipo de personas, de cualquier sexo y de cualquier género.
• Pangénero. Si sientes diversas identidades y te identificas con ellas de forma permanente, simultánea y fija en el tiempo.
• Questioning. O en duda. Es cuando estás justo en ese momento de duda, en el que te planteas de dónde vengo, adónde voy.
• Queer. No eres ni heterosexual, ni cisgénero, es un término amplio donde caben muchas identidades que no necesariamente tienen una etiqueta fija. Para mucha gente es un símbolo de reivindicación y una manera de advertir que nuestra identidad es fluida, puede cambiar. También se usa como ‘genderqueer’.
• Sapiosexual. ¿Te atrae, básicamente, la inteligencia de las personas? No eres la única a la que le ocurre y puede que, simplemente, seas sapiosexual.
• Trans. Una persona cuya identidad no se corresponde con su sexo. Puedes haber nacido con sexo femenino pero sentirte chico, o haber nacido con sexo masculino y sentirte chica. Y sentir es ser, porque no hay nada tan íntimo u sentido como la identidad. Abarca a todas las personas transgénero, transexuales o de género fluido.
• Variante. También se conoce como genero expansivo. En general, no cumple las expectativas sociales del genero asignado.
  
• Otros. Si la duda se convierte en tu forma de vida o si, simplemente, no ye gusta encasillarte, no pasa nada. Puedes ser todo lo ambigua que quieras respecto a tu identidad de género porque, no lo olvides nunca, es algo fluido y, seas lo que seas, todo está bien.

Con información de Cosmopolitan