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Cómo vivir la época navideña lo mejor posible después de una pérdida

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Nota por: Psicóloga Violeta Gutiérrez                                              18 de diciembre del 2025

La Navidad suele estar asociada con celebraciones, encuentros y alegría, pero para muchas personas se convierte en una de las épocas más difíciles del año. Estas fechas intensifican el dolor de la ausencia para millones de personas. En México, se calcula que cerca del 5% de la población más de dos millones de personas vive la Navidad atravesando un duelo reciente, un momento en el que el recuerdo y el dolor se intensifican. Aquí te dejo algunos consejos que te ayudaran en tu proceso de duelo en esta navidad:

Date permiso de sentir sin culpa. – Durante el duelo es normal experimentar emociones muy diversas: tristeza, enfado, apatía o añoranza. No hay una forma correcta de vivir la Navidad tras una pérdida. La Asociación Americana de Psicología recuerda que aceptar las emociones, en lugar de reprimirlas, ayuda a afrontar el duelo de una manera más saludable. Aceptar que estas fiestas serán diferentes y entender que el dolor es una reacción natural ante la ausencia es un primer paso importante.
Cuida tu salud y respetar los propios límites. – Frente alduelo se experimenta un gran desgaste físico y emocional, que puede agravarse con el estrés navideño. Diferentes estudios han demostrado que la pérdida de un ser querido puede afectar a la salud, aumentando el riesgo de problemas emocionales y físicos. Investigaciones recogidas por la revista médica The Lancet señalan que el duelo intenso puede tener un impacto negativo en el bienestar general, especialmente en los primeros meses. Por eso, es importante descansar bien, alimentarse de forma equilibrada, mantenerse activo y, sobre todo, escucharse a uno mismo. También, decir «no» a planes o compromisos que resulten incómodos forma parte del autocuidado.
Adapta tus tradiciones navideñas. – Tras una pérdida, es normal que las costumbres de siempre ya no encajen. Cambiar el lugar de reunión, reducir encuentros sociales, viajar o crear nuevas tradiciones puede ayudar a vivir estas fechas con menos carga emocional. Instituciones de salud mental recomiendan introducir cambios para evitar situaciones que intensifiquen el malestar
Recuerda a quien ya no está de una forma sana. – El trastorno del duelo prolongado afecta aproximadamente al 7-10% de las personas adultas que han sufrido una pérdida. La ausencia de ritos de despedida es uno de los factores de riesgo más significativos para desarrollar esta condición. Gestos sencillos como encender una vela, preparar una comida especial o compartir recuerdos ayudan a procesar la ausencia y a mantener un vínculo emocional sano.
Busca apoyo de los demás y no aislarse. – Aunque no siempre es fácil, apoyarse en familiares, amigos o profesionales puede marcar una gran diferencia. Estudios realizados en México muestran que sentirse acompañado y comprendido reduce el riesgo de que el duelo se complique.
Acepta que habrá días mejores y otros más difíciles. – El proceso de duelo no sigue un camino recto ni previsible. Puede haber jornadas en las que la persona se sienta con más calma o incluso con cierta ligereza emocional, seguidas de días en los que el dolor reaparece con intensidad. Esta alternancia es completamente normal y forma parte del propio proceso de adaptación a la pérdida. Comprender que estos altibajos no significan un retroceso, sino una evolución natural, ayuda a reducir la frustración, la culpa y la sensación de «no estar avanzando».
Evitar compararte con los demás. – Cada duelo es único y depende de múltiples factores: la relación con la persona fallecida, las circunstancias de la pérdida, la personalidad o el apoyo recibido. Compararse con familiares, amigos o conocidos que parecen llevarlo ‘mejor’ puede generar una presión innecesaria y sentimientos de culpa por no sentirse igual. Es importante recordar que no existen plazos establecidos ni formas correctas de superar una pérdida. Respetar el propio ritmo y aceptar que cada persona procesa el dolor de manera distinta es clave para un duelo saludable.
Prepárate para los momentos más delicados. – Durante la Navidad, ciertas situaciones pueden reactivar el dolor con mayor intensidad: las comidas familiares, los brindis, los encuentros sociales o incluso canciones y tradiciones concretas. Anticiparse a estos momentos permite afrontarlos con mayor serenidad. Algunas estrategias útiles pueden ser planificar descansos, contar con una persona de confianza, salir a tomar aire si es necesario o decidir de antemano cuánto tiempo permanecer en determinadas reuniones. Tener un plan reduce la sensación de desbordamiento y ofrece mayor sensación de control emocional.
Expresar lo que se necesita en cada momento. – Pedir ayuda, poner límites o expresar cómo se siente uno no es una señal de debilidad, sino de autocuidado. Comunicar al entorno cercano qué se necesita ya sea compañía, silencio, comprensión o espacio facilita que familiares y amigos puedan ofrecer un apoyo más ajustado a la situación. Hablar abiertamente también ayuda a evitar malentendidos y a reducir la presión social por aparentar estar bien cuando no es así.
Permítete momentos para ti mismo. – Encontrar espacios de calma o disfrute, como dar un paseo, ver una película, escuchar música o realizar una actividad relajante, no implica olvidar a la persona que ya no está. Al contrario, estos pequeños momentos de bienestar contribuyen a recuperar energía emocional y a sostener el proceso de duelo. Permitirse sentir algo de alivio o tranquilidad no traiciona el recuerdo del ser querido, sino que ayuda a seguir adelante con mayor fortaleza y equilibrio.

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Manipulación emocional: conoce los síntomas y las consecuencias emocionales

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Redacción por: Psicóloga Violeta Gutiérrez.                               11 de Diciembre del 2025

¿Te han dicho cosas como que “eres demasiado sensible” o “estás exagerando” cuando expresas tus emociones? ¿Dudasde tus propios recuerdos, percepciones o sentimientos? ¿Crees que en ocasiones has justificado actitudes hirientes pensando que “es su carácter” o que “lo hace porque me quiere”? ¿Cómo te sentirías si una persona a la que quieres viviera una situación como la tuya? Si al leer estas preguntas has respondido “sí” a una o varias de ellas, es posible que estés atravesando una situación de manipulación emocional, aunque quizás no lo hayas identificado de esa forma hasta ahora.

La manipulación emocional, es una forma silenciosa de control que no deja marcas en la piel, pero sí en la forma en que una persona se percibe a sí misma y al mundo que la rodea. Es un juego invisible en el que alguien, de manera intencionada o inconsciente, usa las emociones de otro para dirigir sus decisiones, sus pensamientos y su comportamiento a su conveniencia. Quien manipula emocionalmente no siempre alza la voz, pero sí acomoda las palabras, las actitudes y los gestos para generar culpa, miedo, inseguridad o dependencia en la otra persona. Es una estrategia sutil que desordena el equilibrio emocional ajeno, hasta lograr que dude de sus propios deseos, derechos y percepciones.

Lo peligroso es que no siempre se presenta de forma evidente, como, por ejemplo, una pareja que te dice: “si realmente me quisieras, harías lo que te pido sin cuestionarme”. Muchas veces se esconde tras gestos cotidianos, frases aparentemente inofensivas o actitudes normalizadas, como, por ejemplo: (no te lo tomes a mal, solo estoy siendo honesto), “si te sientes así, es porque tienes un problema, no porque yo haya hecho algo”, “eres la única persona que me entiende, por eso necesito que hagas esto por mí…”. Frases que, con el tiempo, pueden afectar tu bienestar, tu seguridad emocional y tu autoestima.

Este tipo de conductas abusivas y de chantaje emocional se presentan en múltiples espacios no solo en relaciones de pareja: en la familia, entre amistades e incluso en el entorno laboral. Lo más preocupante es su alta frecuencia. Diversas investigaciones internacionales señalan que casi la mitad de las personas adultas han experimentado alguna vez situaciones de manipulación emocional, como el gaslighting, una técnica que busca hacer dudar a la persona de sus recuerdos o percepciones.

En el entorno laboral, los datos no son menos significativos. Se estima que entre el 1 % y el 11 % de los trabajadores sufren manipulación emocional de manera semanal, a través de dinámicas de control, presión emocional, aislamiento o desprestigio. Síntomas que hay que tomar en cuenta:

1. Culpa
2. El miedo a expresar tus opiniones o necesidades
3. Cambios en el estado de ánimo, ansiedad o tristeza frecuentes
4. La duda constante sobre tus propias emociones, decisiones o recuerdos
5. Aislamiento progresivo de amigos, familiares o actividades que disfrutabas
6. Sensación de estar atrapad@ y no poder salir

La manipulación emocional no te golpea, no deja moretones en la piel. Pero sí deja marcas profundas, internas, silenciosas, que se vuelven pesadas y dolorosas. Son heridas que, si no se atienden, pueden cambiar la manera en la que vemos el mundo y a nosotros mismos. Termina afectando a todas las áreas de la vida. En el plano personal la manipulación emocional no solo te cambia, te reprograma. Golpea todos tus cimientos, tambalea tu autoestima.  De repente, dejas de tomar decisiones pensando en lo que deseas y empiezas a hacerlo en función de lo que otros esperan de ti. ¿Cuántas veces has aceptado planes, evitado conversaciones o permanecido en relaciones solo para no incomodar? ¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste ¿qué quiero yo? sin tener miedo a la respuesta. Pierdes tu identidad como persona.

En el ámbito laboral aprendes a no molestar, a evitar conflictos, a aceptar tareas que no te corresponden y a ceder por miedo al rechazo o a la crítica. ¿Te ha pasado alguna vez quedarte callado en una reunión teniendo una idea clara? ¿Aceptar una carga extra de trabajo por no atreverte a decir que no? A medio plazo, esto limita tu desarrollo profesional: dejas escapar oportunidades, no defiendes tus derechos y eliges caminos que te resultan emocionalmente seguros, pero que no te representan.

¿Hace cuánto que no te propones un reto laboral porque piensas que no vas a estar a la altura? Sin darte cuenta te va arrastrando a relaciones tóxicas. Se instala una culpa permanente que aparece cada vez que intentas priorizarte, disfrutar sin justificarte o decir NO sin miedo. El cuerpo también te da señales: insomnio, ansiedad, cansancio mental o síntomas físicos sin explicación médica. Pero quizá la consecuencia más grave es dejar de confiar en uno mismo.

Una persona que necesita manipular a otra para mantenerse en un vínculo o relación es alguien que no sabe amar en libertad, sin apegos ni dependencias. Esalguien que parece que te quiere, pero a su manera, condicionando tu forma de ser o actuar. Se trata de un adulto que concibe el amor de un modo tóxico o poco saludable. Los manipuladores emocionales suelen presentar un estilo de apego inseguro, caracterizado por una necesidad constante de control y validación externa. Te sientes responsable por el estado de ánimo de otra persona. Esto se traduce en una dificultad para gestionar sus propias emociones y una tendencia a utilizar las tuyas para mantener el poder en la relación. Odian sentirse vulnerables, ya que en general son personas inseguras, aunque a veces se presenten con una apariencia carismática.

Sus herramientas más utilizadas son, la culpa, el chantaje emocional y la descalificación, con el objetivo de hacerte dudar de ti mismo y mantenerte dependiente. ¿Alguna vez has justificado lo injustificable o has acabado creyendo que eras “demasiado sensible”?.  Entender este perfil, ayuda a identificar sus tácticas y proteger tu bienestar. Si detectas que te estás en una relación con alguien que ejerce manipulación sobre ti, pide ayuda, a personas cercanas, amistades, familia o profesionales en salud mental, no tienes que soportar nada para demostrar tu valor. Tu ya vales y mereces por el simple hecho de existir.

 

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El suicidio: un problema interesante de salud mental que se puede prevenir

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Nota por: Psicóloga Violeta Gutiérrez                                               04 de Diciembre del 2025

Cifras del suicidio

1. Cada año, más de 720 000 personas fallecen por suicidio.
2. El suicidio es la tercera causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años.
3. El 73% de los suicidios ocurren en países de ingresos bajos y medianos.
4. Las causas del suicidio son múltiples, ya que incluyen factores sociales, culturales, biológicos, psicológicos y ambientales presentes a lo largo de la vida.
5. Por cada suicidio, muchas más personas intentan suicidarse. En la población general, un intento previo es un importante factor de riesgo de suicidio.

Contrariamente a la creencia popular, el número de suicidios no aumenta durante la temporada navideña, ni en el mes de diciembre. De hecho, tras clasificar los suicidios por mes para todos los años (1999-2020), diciembre se situó como el mes con menos suicidios en los 12 años.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el suicidio como el acto deliberado mediante el cual un individuo se causa la muerte con conocimiento o expectativa de un desenlace fatal. Otra definición expresa que es todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, o un daño, con un grado variable de la intención de morir, cualquiera sea el grado de la intención letal o de conocimiento del verdadero móvil. Conocer las señales de advertencia del suicidio y la manera de obtener ayuda puede salvar vidas. Los signos de advertencia de que alguien puede estar en riesgo inmediato de intentar suicidarse incluyen:

Hablar de querer morir o desear matarse.
Hablar de sentirse vacío o desesperado, o de no tener motivos para vivir.
Hablar de sentirse atrapado o pensar que no hay ninguna solución.
Sentir un dolor físico o emocional insoportable.
Hablar de ser una carga para los demás.
Alejarse de familiares y amigos.
Regalar posesiones importantes.
Decir adiós a amigos y familiares.
Poner sus asuntos en orden, como hacer un testamento.
Asumir grandes riesgos que podrían resultar en la muerte, como conducir extremadamente rápido.
Hablar o pensar en la muerte con frecuencia.

Otros signos de advertencia graves de que alguien puede estar en riesgo de intentar suicidarse incluyen:

1. Mostrar cambios extremos en el estado de ánimo, pasando repentinamente de estar muy triste a sentirse muy tranquilo o feliz.
2. Hacer planes o buscar formas de suicidarse, como buscar métodos letales en línea, acumular pastillas o comprar un arma.
3. Hablar de sentirse muy culpable o avergonzado.
4. Consumir alcohol o drogas con más frecuencia.
5. Mostrarse ansioso o agitado.
6. Cambiar los hábitos alimenticios o de sueño.
7. Mostrar furia o hablar de buscar venganza.

El suicidio no es una respuesta usual al estrés. Los pensamientos o las acciones suicidas son un signo de angustia extrema y no se deben ignorar. Si usted o alguien que conoce presenta estos signos de advertencia, busque ayuda lo antes posible, especialmente si el comportamiento es nuevo o ha aumentado recientemente. Las personas de todos los edades, sexos y etnias pueden correr riesgo de suicidio. El comportamiento suicida es complejo y no hay solo una causa que lo origina. Los principales factores de riesgo son:

depresión u otros trastornos mentales o de consumo de sustancias;
dolor crónico;
historial personal de intentos de suicidio anteriores;
antecedentes familiares de trastornos mentales o de consumo de sustancias;
antecedentes familiares de suicidio;
exposición a violencia familiar, incluido el maltrato físico o abuso sexual;
presencia de pistolas u otras armas de fuego en el hogar;
libertad reciente de un reclusorio o una cárcel;
exposición, ya sea directa o indirectamente, a comportamientos suicidas de otros, como de sus familiares o compañeros, o de alguna celebridad.
Para personas con pensamientos suicidas, la exposición, ya sea directa o indirecta, a comportamientos suicidas de otros, como sus familiares o compañeros, o de alguna celebridad, también puede aumentar el riesgo.

Una persona que activamente muestra signos de advertencia de querer quitarse la vida puede tener un mayor riesgo de correr peligro y necesitar atención inmediata. Los eventos estresantes de la vida (como la pérdida de un ser querido, problemas legales o dificultades financieras) y los factores estresantes interpersonales (como vergüenza, acoso, intimidación, discriminación o problemas en las relaciones) pueden contribuir a la posibilidad de suicidarse, especialmente si ocurren conjuntamente con factores de riesgo de suicidio. Familiares y amigos son los primeros en reconocer las señales de advertencia sobre el suicidio y ellos pueden dar el primer paso para ayudar a un ser querido encontrar tratamiento de salud mental. Existen intervenciones eficaces basadas en evidencia para ayudar a las personas que están en riesgo de suicidio:

Planificación de seguridad: Los pacientes trabajan con un experto de salud mental para elaborar un plan que describe formas de limitar acceso a medios letales como armas de fuego, pastillas o venenos. El plan también enumera varias estrategias de afrontamiento, así como personas o recursos que pueden ayudar en una crisis.
Llamadas de seguimiento: Cuando los pacientes en riesgo reciben llamadas telefónicas de apoyo que incluyen un monitoreo del riesgo y se les anima a participar en tratamientos y comportamientos seguros, así como a buscar ayuda, su riesgo de suicidio disminuye.

Psicoterapia

La terapia cognitivo conductual puede ayudar a las personas a aprender nuevas formas de sobrellevar experiencias estresantes. Este tipo de terapia ayuda a las personas a reconocer sus patrones de pensamiento y a contemplar acciones alternativas cuando surgen pensamientos sobre el suicidio.

La terapia dialéctica conductual ha demostrado que reduce conductas suicidas. Este tipo de terapia reduce la tasa de intentos de suicidio en adultos con trastorno límite de la personalidad, una enfermedad mental caracterizada por un patrón continuo de estados de ánimo, autoimagen y conductas inestables que a menudo dan origen a acciones impulsivas y a problemas en las relaciones.

Un Psicólogo capacitado puede ayudar a la persona a reconocer cuando sus sentimientos o acciones son perturbadores o poco saludables, y le enseña destrezas que pueden ayudarles a sobrellevar de mejor manera las situaciones desagradables.

 

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¿Consideras que es importante tener disponibilidad afectiva en tus vínculos con los demás? Aquí te lo cuento

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Nota por: Psicóloga Violeta Gutiérrez                                                        27 de noviembre del 2025

La disponibilidad afectiva es el punto de partida de todo vínculo y se basa en la predisposición para la apertura y el intercambio con los demás.  Para establecer un vínculo se necesita mucho más que la presencia de dos personas. Toda relación requiere de un ida y vuelta donde la premisa fundamental es la disponibilidad afectiva, concepto que alcanzó la popularidad recientemente. La disponibilidad afectiva es el punto de partida de todo vínculo y se basa en la predisposición para la apertura y el intercambio con los demás. Lo que esta capacidad implica es, justamente, el estar disponible, dispuesto afectivamente para una pareja, amigos o espacios laborales.

La famosa frase que afirma que “cuando uno no quiere, dos no pueden” es el claro ejemplo de aquellos que carecen de disponibilidad afectiva. “Cuando una persona no tiene disponibilidad afectiva, de alguna manera se cierra, bloquea toda implicancia emocional, suele alejarse o dañar al otro para que no prospere el vínculo”, explicó el especialista.

El origen de esta ausencia puede obedecer a distintos motivos: experiencias traumáticas infantiles, padecimientos no resueltos en otros vínculos, e incluso cuadros psicopatológicos. Sea cual fuere la causa, lo concreto es que hay gente que no está dispuesta a establecer vínculos sanos, amorosos y profundos, y reconocer este asunto es esencial para el bienestar de quien se topa con estas personas.

La responsabilidad y la disponibilidad afectiva se retroalimentan. Hay responsabilidad afectiva cuando se establece un vínculo y se tiene la capacidad de tener en cuenta no sólo los deseos y necesidades propias sino también las de los demás, trabajando en pro del bienestar mutuo y la estabilidad emocional

¿Cómo ser responsable afectivamente? A través del compromiso basado en el respeto y en el cuidado y siendo conscientes de que las palabras, los silencios, los actos y las omisiones causan efectos en toda interacción. La responsabilidad afectiva está hermanada con la empatía, es decir, con la posibilidad de comprender las emociones y los sentimientos de los demás, con el registro emocional de que el otro ser humano no es una cosa sino una persona que tiene una historia previa, sentimientos, deseos y necesidades. Consenso, respeto, cuidado, diálogo y ausencia de jerarquías van de la mano de la responsabilidad y la disponibilidad afectiva, conceptos que casi en su totalidad son opuestos a las características del amor romántico.

El diálogo, protagonista principal

¿Cómo saber si una persona tiene disponibilidad afectiva? Más allá de las señales de alerta que puedan advertirse, el diálogo será siempre una herramienta imprescindible.

Es fundamental que en todo vínculo circule la palabra y la escucha, y que en el diálogo se puedan expresar los deseos, las necesidades, los proyectos y las expectativas de cada uno. Blanquear las intenciones de todos los involucrados desde el principio de la relación facilitaría el rumbo de la misma, así como también permitiría un retiro a tiempo en caso de no coincidir. Solo se debería avanzar en un vínculo donde quede en claro que ambos integrantes están dispuestos a la poner de su parte para llevar de una manera clara, respetuosa y responsable una relación.

Y si en algún momento se pierde el interés por mantener el vínculo con alguna persona y ya no te encuentras disponible para el otro, lo más recomendable es no quedarse en una espera pasiva, enfrentar la situación proponer el diálogo y comprender si se trata sólo de una crisis pasajera en la relación o son los signos del final de la misma.

Características principales de la disponibilidad afectiva:

Expresión clara de emociones: Expresan sus emociones (tanto positivas como negativas) de manera abierta y desinhibida.
Escucha activa y empática: Son receptivos a las necesidades y sentimientos de los demás, mostrando empatía y comprensión.
Capacidad de conexión íntima: Pueden compartir sus pensamientos, sentimientos y experiencias, lo que permite crear vínculos genuinos y profundos.
Apertura a la vulnerabilidad: No tienen miedo de ser vulnerables y están dispuestos a revelar sus miedos e inquietudes.
Orientación al presente y futuro: Se centran en el presente y el futuro de la relación en lugar de obsesionarse con el pasado.
Comunicación asertiva: Usan un lenguaje basado en el “yo” para expresar sus emociones, como “me siento herido” en lugar de culpar a la otra persona.
Equilibrio entre dar y recibir: Son capaces de dar y recibir afecto, apoyo y atención de manera equilibrada, sin sacrificar sus propias necesidades y límites.
Buscan el apoyo en otros: Buscan apoyo en personas significativas para aliviar emociones perturbadoras, en lugar de intentar manejar todo solos.
Gestión emocional saludable: Tienen una buena gestión emocional, lo que les permite lidiar con el estrés y los conflictos de manera más efectiva y menos reactiva.

Tenerlas es importante porque fortalece las relaciones interpersonales, permite crear conexiones más íntimas, significativas y duraderas, contribuye a generar confianza mutua y un ambiente de seguridad, además es la base para establecer cualquier tipo de relación, ya sea de pareja, familiar, de trabajo de amistad. Contribuye a la creación de relaciones sanas, donde todos los involucrados se sienten escuchados y comprendidos.

Aumenta tu capacidad de sentir y conectar primero contigo mismo, y también con los demás, abrir tus sentimientos y emociones, tener la capacidad de expresarlos sentirlos y comunicarlos te hará sentirte libre y evitara que acumules emociones que a la larga te cobraran factura.

MTF. Violeta Gutierrez Solís

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