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MENSAJE DOMINICAL. JESUCRISTO VIVE: ÉSTA ES LA GRAN ALEGRÍA DE TODOS LOS CRISTIANOS

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#MomentosDeFe

Queridos hermanos: La Resurrección gloriosa del Señor es la clave para interpretar toda su vida, y el fundamento de nuestra fe. Sin esa victoria sobre la muerte, dice San Pablo, toda predicación sería inútil y nuestra fe vacía de contenido.

Además, en la Resurrección de Cristo se apoya nuestra futura resurrección. Porque Dios, rico en misericordia, movido del gran amor con que nos amó, aunque estábamos muertos por el pecado, nos dio vida juntamente con Cristo… y nos resucitó con Él.

La Pascua es la fiesta de nuestra redención y, por tanto, fiesta de acción de gracias y de alegría. La Resurrección del Señor es una realidad central de la fe católica, y como tal fue predicada desde los comienzos del cristianismo. La importancia de este milagro es tan grande, que los Apóstoles son, ante todo, testigos de la Resurrección de Jesús. Anuncian que Cristo vive, y éste es el núcleo de toda su predicación. Esto es lo que, después de veinte siglos, nosotros anunciamos al mundo: ¡Cristo vive! La Resurrección es el argumento supremo de la divinidad de Nuestro Señor.

Jesucristo vive. Y esto nos colma de alegría el corazón. Ésta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia: en Él, lo encontramos todo; fuera de Él, nuestra vida queda vacía.

Jesús se apresuró a resucitar cuanto antes porque tenía prisa en consolar a su Madre y a los discípulos: estuvo en el sepulcro el tiempo estrictamente necesario para cumplirlos tres días profetizados. Resucitó al tercer día, pero lo antes que pudo, al amanecer, cuando aún estaba oscuro, anticipando el amanecer con su propia luz.

Ayer noche, mientras participábamos en la liturgia de la Vigilia pascual, vimos cómo al principio reinaba en el templo una oscuridad total, imagen de las tinieblas en las que se debate la humanidad sin Cristo, sin la revelación de Dios. En un instante el sacerdote proclamó la conmovedora y feliz noticia: La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu. Y de la luz del cirio pascual, que simboliza a Cristo, todos los fieles recibieron la luz: el templo quedó iluminado con la luz del cirio pascual y de todos los fieles. Es la luz que la Iglesia derrama sobre toda la tierra inmersa en tinieblas.

La Resurrección de Cristo es una fuerte llamada al servicio: ser luz y llevar la luz a otros. Para eso hemos de estar unidos a Cristo. Cristo con su Encarnación, con su vida de trabajo en Nazaret, con su predicación y milagros por las tierras de Judea y de Galilea, con su muerte en la Cruz, con su Resurrección, es el centro de la creación, Primogénito y Señor de toda criatura.

La Virgen, que estuvo acompañada por las santas mujeres en las horas tremendas de la crucifixión de su Hijo, no acompañó a éstas en el piadoso intento de terminar de embalsamar el Cuerpo muerto de Jesús. María Magdalena y las demás mujeres que le habían seguido desde Galilea han olvidado las palabras del Señor acerca de su Resurrección al tercer día. La Virgen Santísima sabe que resucitará.

Se cuenta que Santo Tomás de Aquino, cada año en esta fiesta, aconsejaba a sus oyentes que no dejaran de felicitar a la Virgen por la Resurrección de su Hijo. Es lo que hacemos nosotros: Alégrate, Reina del cielo, ¡aleluya!, porque Aquel a quien mereciste llevar dentro de ti ha resucitado, según predijo… Y le pedimos que nosotros resucitemos en íntima unión con Jesucristo. Hagamos el propósito de vivir este tiempo pascual muy cerca de Santa María.

¡Feliz domingo de Resurrección para todos, llevemos bendiciones a nuestra familia de parte de Dios!

Pbro. José Luis Armendáriz

Nuestra Señora de Guadalupe

 

Reflexión de la Palabra de Dios

Primera Lectura.- Hemos comido y bebido con él después de su resurrección (Hechos 10,34a.37-43)

Segunda Lectura.- Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo (Colosenses 3,1-4)

Evangelio.- Él había de resucitar de entre los muertos. (Juan 20,1-9)

Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. (Salmo 117)

 

  1. Más que un hombre bueno

La primera lectura de este Día solemne y bello nos sorprende con su intenso realismo. Dice Pedro: «comimos y bebimos con él, después que resucitó de entre los muertos». La primera y fundamental afirmación de este Día grande es que el Cuerpo del Resucitado es real. Su Cuerpo es real, realísimo, y POR ESO sabemos que su Resurrección es real, realísima.

Estas afirmaciones resultan conocidas y obvias para la mayor parte del pueblo cristiano, pero lamentablemente no son todavía la fe común. Hay teólogos que con razones especiosas creen poder afirmar que la Resurrección del Señor fue ante todo un hecho «espiritual», entendiendo espiritual como «independiente de los datos de los sentidos». Según ellos, como se han atrevido a decir, si se encontrara el cadáver de Cristo lo esencial de nuestra fe estaría a salvo, porque lo que creemos se sintetiza en el amor y el servicio a los hermanos, como lo practicó Jesús. Es lo que también predican los Testigos de Jehová.

Frente a este modo de reducir a Cristo a un buen predicador del amor mutuo está el realismo casi crudo de Pedro en la primera lectura de hoy: «comimos y bebimos con él, después que resucitó de entre los muertos». Quien así habla, ¿sabía que existía un cadáver de Jesús Crucificado pudriéndose en algún rincón de Palestina? ¿Lo sabía y lo ocultaba, o lo ignoraba y decía sus deseos hablando en voz alta? ¿Eso de «comimos y bebimos» era una alucinación, un engaño que otros le habían causado… o quizá algo que él había buscado supuestamente para no regresar a la vida dura de pescador en Galilea, según enseñaron algunos protestantes liberales? ¿Prefirió entonces Pedro ser perseguido, calumniado, torturado y finalmente muerto con tal de sostener algo que él supuestamente sabía que era mentira? ¡Hasta dónde puede llegar el absurdo de la mente humana cuando quiere mediar a Dios y a su poder con sus solos recursos y teorías!

  1. ¿Por qué tenía que resucitar?

Pedro asegura la verdad del Cuerpo del Resucitado. ¿Por qué es tan importante? ¿No basta acaso, como quieren aquellos teólogos liberales, con afirmar que Cristo fue sincero, bueno, coherente y que nos ha mostrado un camino de solidaridad y servicio hasta el extremo? ¿Qué le agrega la resurrección corporal de Cristo a todo su mensaje, que de por sí es fuerte, bello y capaz de reconstruir a los seres humanos y a la sociedad?

Nadie discute que predicar de un modo consecuente la bondad entre los seres humanos es una cosa buena. Es algo que de hecho ha practicado mucha gente de muy diversos tiempos, culturas y… religiones. Tampoco hay que discutir si Cristo hizo eso. El punto es si la misión de Cristo se reduce a eso y si eso sólo explica el modo de su muerte. No olvidemos que el Señor tuvo muchas oportunidades de escabullirse de la espantosa muerte que veía venir.

Si la vida humana la consideramos únicamente en términos de la realidad que alcanzan a ver nuestros ojos, es decir, en términos de lo «intramundano», nada necesitamos más allá de una buena y sensata predicación que nos ayude a no ser perversos y a tratar de ser solidarios. Para eso no se necesitaba un nacimiento virginal, ni milagros, ni exorcismos, ni mucho menos los padecimientos atroces de la Cruz. Confucio, Buda o Mahoma hablaron con elocuencia sobre aprender a ser buenos, pacientes, mansos, puros… y hay incluso ateos que nos han dado discursos bien hilados sobre estas materias. Sartre decía que el existencialismo (ateo) era un modo supremo de humanismo.

Las cosas cambian cuando descubrimos que la vida sobre esta tierra no es todo; cuando entendemos que la maldad no es un problema solamente de disfuncionalidad social que puede repararse agrupando buenas intenciones. La maldad ejerce poder y tiene encanto, y para muchas personas, incluidos nosotros, en muchas situaciones ha resultado que ser malo es deseable, provechoso e incluso deleitable. Todo el Antiguo Testamento es la historia de cómo el bien sensato, condensado en los Diez Mandamientos, finalmente no logra abrirse paso porque el corazón humano es incomprensible en sus arranques de codicia, envidia, soberbia, estupidez o capacidad de crueldad. El misterio de ese mal que es absurdo y sin embargo poderoso, que nos hace daño y sin embargo nos reporta beneficios, nos obliga a bucear en nuestras almas y no contentarnos con una nación ingenua del mal, como si hacer el mal fuera siempre un asunto de ignorancia del bien.

Es sobre todo la abundancia y persistencia del mal la que nos conduce a la pregunta ineludible para toda razón despierta: «¿cuál es el sentido de mi vida?». En efecto, si nuestras tareas y esfuerzos no parecen cambiar sustancialmente las cosas, pues a un gobierno le sigue otro y a una moda otra y a un amante otro, ¿para qué es la vida? ¿Tengo que soportar sin más la bofetada de la muerte y rendirme a su imperio? ¿Soy una sombra que persigue fantasías, soy una «pasión inútil»? ¿Para qué sirve pensar: únicamente para descubrir que puedo ver lo que podría ser y no será, y puedo entender lo que podría tener y jamás poseeré? ¿Hay tortura más amarga, hay suplicio más absurdo?

  1. Pascua y Cruz

Como se ve el problema del mal nos conduce al problema de la muerte, que con otras palabras es el problema del sentido de la vida. Y si Cristo fue sólo un predicador más de las bondades de que vivamos en paz, comprensión y solidaridad, ¡qué muerte tan tonta la suya! ¡Qué insensatez dejarse escupir, azotar y crucificar! Para decirnos que era bueno ser buenos, cosa que cualquiera admite con su mente, Cristo hubiera podido dedicarse a coleccionar pensamientos bellos y bien redactados como Confucio, y no era preciso que llegara a la Cruz.

La Cruz de Cristo agudiza hasta el paroxismo el tema del sentido de la vida. He aquí un hombre bueno, sincero, puro, generoso, sabio… retorciéndose de dolor y asfixia en un madero frente a la mirada impasible, burlona y desalmada de sus peores enemigos. ¿No es eso el resumen de nuestra angustia? ¿No es Cristo en la Cruz el grito agónico que nos nace del alma cuando queremos ser bondadosos y coherentes, y a la vez nos preguntamos si ello podría valer la pena?

3.3 El destino del Crucificado nos interesa sobremanera porque nos interesa qué le pasa al que quiere ser consecuentemente bueno. Si toda bondad acaba en el polvo, si de los bienes sólo quedan recuerdos que harán que otros intenten ser buenos para también disolverse en el polvo, ¿qué clase de «buena nueva» es esa? ¿Qué estamos predicando? ¿Anunciamos un bien impotente cuyo único triunfo es que otros intenten esa misma impotencia? ¡Vana sería nuestra fe! , grita san Pablo (1 Cor 15,14).

Vemos, en efecto, que los esfuerzos y las buenas intenciones no terminan de sanear este mundo y nos ponemos a predicar que hay que seguirlo intentando, aunque no haya resultados y aunque nuestra herencia sea el silencio polvoriento del sepulcro. ¡Triste y engañosa, inhumana y falsa sería una religión que tal pretendiera! Si el Crucificado se ha quedado en la tumba, allá deben quedar nuestros mejores sueños y nuestras fatuas esperanzas, porque si él no ha cambiado nada en el destino final de los hombres, nada queda tampoco sino «comamos y bebamos que mañana moriremos». Sobre el cadáver de Cristo, si tal fuera el caso, nada hay para celebrar sino la carcajada descompuesta de la muerte.

Más así como la Cruz nos obliga a apurar el sentido de la Pascua, la Pascua colma de su claridad a la Cruz.

  1. La verdad del Cuerpo de Cristo

El Cuerpo verdadero del Resucitado enseña con su esplendor que la muerte no es la palabra definitiva y que todos los que pretenden dominarnos produciendo tortura, exclusión, terror o muerte no serán para siempre los señores de la tierra.

Una vez que entendemos que ningún daño definitivo se puede causar a los que apuestan radicalmente por el bien, incluso más allá de su propia vida, entendemos también la enseñanza del Apóstol, en la segunda lectura de hoy: hemos resucitado con Cristo, tenemos ya una razón profunda y una fuerza invencible que nos permiten «buscar los bienes de allá arriba». Si la vida sin esperanza es un largo prefacio de infierno, la vida con la esperanza puesta en el Resucitado es una degustación de cielo.

Como el discípulo amado hoy somos invitados todos a ver y creer. Palpemos a través de los testigos inmediatos, gocemos a través de sus ojos asombrados, cantemos a través de su voz jubilosa: Es verdad; ha resucitado; aleluya, ¡aleluya!

 

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Agricultores de Camargo aclaran que no hay desvío de agua del río Conchos

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En medio de la creciente preocupación por la escasez de agua en la región, Mingo Márquez, director de la Asociación Agrícola de Camargo, informó que actualmente no hay escurrimientos del río Conchos hacia el municipio, y desmintió que los agricultores estén impidiendo el paso del agua a la ciudad.

“Estamos recorriendo el río, documentando con fotografías las condiciones de las bocatomas en las comunidades. La única que está recibiendo agua es El Patrocinio, gracias a las resurgencias naturales”, explicó Márquez. Estas resurgencias abastecen las galerías filtrantes que suministran el agua potable a Camargo, por lo que, por el momento, el abasto urbano está asegurado.

El dirigente agrícola fue enfático al señalar que no hay agua entrando a los canales de riego: “Es completamente falso que los agricultores estemos desviando el agua. No estamos recibiendo ni una gota. Todo lo que estamos utilizando es por medio de bombeo: norias, pozos y uno que otro cárcamo que tenemos habilitado”.

Márquez también explicó que las filtraciones del río están siendo mínimas. “Se estiman en unos 4 metros cúbicos por segundo, pero no alcanzan ni siquiera a llegar al Puente de San Francisco de Conchos, mucho menos a Camargo”, dijo.

Ante este panorama, agricultores y autoridades del sector han comenzado a documentar la situación con evidencias gráficas, buscando desmentir los señalamientos y visibilizar la difícil realidad que vive el campo.

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Continúa la vigilancia fitosanitaria en Camargo pese a la sequía

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La Junta Local de Sanidad Vegetal de Camargo continúa firme en su labor de prevención y control de plagas. Jesús Michel Amparán Lara, presidente del organismo, destacó que se mantienen activos con diversas campañas, especialmente contra el picudo, una plaga que ha representado un riesgo importante para los cultivos.

“Empezamos con la campaña desde invierno, aunque sabíamos que por la falta de agua no habría mucha siembra. Muchos productores estaban indecisos y optaron por no sembrar. Aun así, instalamos barreras y trampas desde el inicio del ciclo”, explicó Amparán Lara.

Actualmente, se monitorean 1,393 hectáreas en diferentes puntos de la región: 683 en el municipio de San Francisco de Conchos y 710 en Camargo, incluyendo zonas como el Pico de Chile, Palma, La enramada y la Laguna de las Vacas. Este monitoreo se realiza semanalmente mediante trampas estratégicamente colocadas, las cuales permiten ampliar la cobertura.

Respecto al picudo, principal preocupación actual, Amparán aseguró que, por el momento, no se ha detectado una infestación significativa, gracias al trabajo constante del equipo. “Hace años caían hasta mil picudos en una sola barrera, ahora gracias al control que llevamos, las capturas han disminuido considerablemente”, afirmó.

La reducción de la humedad debido a la sequía también ha jugado un papel en la baja presencia de plagas, aunque el presidente subrayó que el principal factor es el trabajo preventivo realizado durante todo el año.

En cuanto a la superficie sembrada, este año se ha registrado una disminución considerable. “Se bajó el manto, y sí, son cerca de 950 hectáreas menos”, indicó.

La Junta Local de Sanidad Vegetal seguirá monitoreando y aplicando medidas preventivas.

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Se unen en procesión para pedir lluvia en honor a San Isidro Labrador

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Agricultores y ganaderos de la región se preparan para participar en una procesión religiosa con el propósito de pedir lluvias, bajo la intercesión de San Isidro Labrador, santo patrono del campo.

La cita es el próximo domingo 11 de mayo a las 10:00 de la mañana, con punto de partida en el templo de San Isidro Labrador. La caravana recorrerá distintos puntos emblemáticos como Rancho Viejo, Santa Elena y Las Pilas, incluyendo La Laguna, antes de regresar al templo para la celebración de la misa de 12:30 del mediodía.

Busca no sólo atraer las bendiciones del cielo sobre los campos, sino también fortalecer los lazos entre los habitantes de la zona rural. En medio de un contexto climático incierto, la procesión representa un llamado conjunto a la esperanza y a la tradición.

La comunidad ha respondido recordando que este tipo de actos simbólico que fortalece la identidad del campo.

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